Una gran noticia: Carlos Mauricio gana el Álvaro Contreras

Por primera vez en muchísimo tiempo, Carlos Mauricio Flores dejó de buscar noticia para convertirse en una.

Y una muy buena noticia, por cierto, pues en un acto de justicia le acaban de otorgar el Álvaro Contreras, el premio más importante del periodismo hondureño.

A Carlos Mauricio lo conocí a inicios de 2001 cuando llegué a diario El Heraldo, y fue uno de los primeros en ofrecerme su amistad.

En ese entonces, si mal no lo recuerdo, él era editor de una sección llamada Más para usted, mientras a mí me asignaron la revista Vida.

Por ese entonces hablábamos todos los días. El tema principal era el periodismo, y compartíamos el ideal de dignificar una sala de redacción mediocre y corrupta donde muchas de las notas tenían precio.

Los vientos de cambio llegaron por fin al año siguiente cuando Jorge Canahuati Larach contrató a la firma consultora Innovation.

Integrada por brillantes periodistas colombianos y españoles, Innovation nos sacudió de pies a cabeza, nos abrió los ojos a un nuevo mundo periodístico y nos hizo trabajar en agotadoras jornadas que iniciaban a las 7 u 8 de la mañana y terminaban en la madrugada.

Muchas veces, al salir de El Heraldo, nos íbamos a comer hot-dogs a una carreta que quedaba en una esquina. Y allí volvíamos a hablar de sueños, repasábamos la jornada que recién había concluido y nos desahogamos de las puteadas que los consultores nos daban.

Por méritos propios, Carlos Mauricio pasó a ocupar el cargo de jefe de redacción y yo quedé encargado de las secciones de Deportes y de Revistas.

Aprendimos a planificar y a imponer en la agenda nacional nuestro propios temas. Y también a manejar y liderar los grupos periodísticos a nuestro mando.

El Heraldo podía jactarse en decir que sí era LA VERDAD EN SUS MANOS.

En Carlos Mauricio siempre he admirado varias cosas. Destaco su pasión por esto que García Márquez llamó el oficio más bello del mundo. Casi siempre era uno de los primeros en llegar en la oficina y uno de los últimos en marcharse.

Allí se le veía, en su escritorio, con la oreja pegada a la radio.

La honradez es otra de sus cualidades. Cosa difícil de encontrar en estos tiempos, Carlos Mauricio enaltece a esta profesión en la que cada día escasean los periodistas con valores.

Otra característica es su dominio emocional (al menos así lo recuerdo, no sé si habrá cambiado), y mientras yo era un volcán que explotaba en reuniones, Carlos Mauricio, ni siquiera en los momentos más tensos, perdía la calma.

Siempre recuerdo sus palabras de “¡Hey, tranquilo!”, cuando yo me descontrolaba.

También es un excelente redactor, aunque como ocurre con los que dirigen y editan los periódicos, dejamos de escribir prematuramente (aunque a mis 44 años he retomado la vaina).

Como es natural, no todo fue luna de miel en nuestra relación. Hubo encontronazos, discusiones fuertes, distanciamiento, y nuestras pláticas fueron cada vez más esporádicas.

Sin embargo, habíamos logrado nuestro objetivo: convertir a El Heraldo en un diario de vanguardia, profesional, decente, con excelencia, atrevido y valiente.

Durante años he criticado los criterios utilizados para otorgar el Álvaro Contreras.

Siento tristeza cuando lo recibe un periodista de dudosa reputación, y me dan ganas de lanzarle una bomba cuando lo veo que se arranca con un discurso en la ceremonia de premiación y habla de los valores de la honestidad, la rectitud y la moralidad.

Esta vez, al igual que cuando lo recibió el año pasado la licencia María Antonia Martínez de Fuentes, siento alegría. ¡El Álvaro Contreras estará en buenas manos!

¡Carlos Mauricio se lo merece más que nadie!

Espero que disfrute este momento junto a su familia y amigos más cercanos.

Nos vemos el 25 de mayo en tu premiación, Carlos Mauricio. ¡Y tratá de disimular la incomodidad de saber que ese día vos serás la noticia.