¡Necios! Y desagradecidos. Eso son los que decidieron que el partido contra los ticos del 28 de marzo sea en San Pedro Sula.
No se trata de regionalismos. Ni de enfilar los dardos contra los sampedranos, porque ya ha demostrado que son hinchas fieles, entregados, siempre apoyando en las buenas y en las malas.
Aquí el asunto es que Tegucigalpa merece ser sede de ese partido.
Pero los directivos de la Federación, Pinto y los propios jugadores, han decidido lo contrario. ¡Mal paga el diablo a quien bien le sirve!
Argumentan que la hinchada de la capital es fría y exigente. ¿Y qué quieren? ¿Que los tratemos como muñecas Barbies?
Es un argumento pobre. Muy, muy pobre. Pues desde hace mucho tiempo el fanático capitalino realiza esfuerzos económicos, de tiempo y de traslado, para viajar hasta San Pedro Sula y apoyar a la H, esa H que hoy le da la espalda.
Ni San Pedro Sula ni Tegucigalpa son un fortín para la H. En ambas ciudades perdimos varios partidos eliminatorios y hemos quedado eliminados de los Mundiales de 1986, 1990, 1994, 1998, 2002 y 2006.
¿Y entonces?
En lo personal, boicotearé ese juego y no iré. Y que no me salgan los sampedranos con cuentos de camino real, porque soy más “jampedrano” que cualquiera, pues allí me crié y de allí es mi familia.
¡He dicho!