En cada rincón de Honduras el idioma español no solo se habla, se siente y se ha vuelto parte de miles de nuestras historias, costumbres, canciones y sueños, por lo que hoy, 23 de abril, celebramos el Día del Idioma Español con orgullo, pero también con identidad propia ¨la hondureña¨.
La fecha fue elegida para honrar a Miguel de Cervantes Saavedra, autor de Don Quijote de la Mancha, una obra que revolucionó la narrativa y sentó las bases de la novela moderna. Esta celebración también invita a mirar hacia adentro, hacia nuestras letras y voces que, desde Honduras, han nutrido al español con alma mestiza, indígena, caribeña y campesina.
El español en Honduras tiene sabor a café de Márcala, ritmo de garífuna, calor de fogón, memoria de pueblos lencas. Es el español que se transforma con cada generación, que mezcla palabras como “cipote”, “trucha” o “chamba”, y las hace propias, vivas, inconfundibles.
Autores como Ramón Amaya Amador, que retrató las luchas sociales con dignidad; Lucila Gamero, pionera en la literatura romántica; o Roberto Sosa, cuya poesía nos recuerda que “la miseria tiene la voz del pueblo”, han hecho del idioma español una herramienta de denuncia, de belleza, de pertenencia. En el Día del Idioma Español, celebramos también la forma única en que Honduras lo vive, lo enriquece y lo transforma porque no se trata solo de palabras bien dichas, sino de palabras bien sentidas.
Hoy, rendimos homenaje a un idioma que se adapta, resiste y florece en cada verso hondureño, en cada cuento de la abuela, en cada canción al son de la marimba, en cada “buenos días” dicho con acento catracho.