Se aproxima el 3 de febrero, la fecha más importante de la religión católica en Honduras, el día de nuestra madre y patrona, la Virgen de Suyapa, miles de hondureños tradicionalmente hacen peticiones a nuestra madre, pidiendo sanidad, salud, bendiciones y como muestra de agradecimiento hacia nuestra reina, le hacen diferentes promesas.
Según relata la historia, el hallazgo de la Virgen fue por el labrador, Alejandro Colindres Caraballo, de 11 años, y su acompañante, un niño de nueve años llamado Jorge Martínez, quienes trabajan en la tierra cortando mazorcas de maíz de lunes a viernes, pero los sábados regresaban a la aldea de Suyapa a descansar, después de haber trabajado por una semana en la agricultura.
Uno de esos sábados en el mes de febrero terminaron tarde sus labores, y después de haber recibido su pago, salieron rumbo a “Suyapa” que significa “En aguas de las palmeras” que proviene del vocablo “Coyapa”. La luz de la luna se aproximaba, los dos jóvenes decidieron reposar en la orilla de una quebrada que baja desde el cerro, tenían miedo de que los atacarán los coyotes que rodeaban por la zona.
Mientras dormía Alejandro sintió algo que lo molestaba, se levantó y tomó el objeto que estaba bajo su espalda, lo lanzó al otro lado de la quebrada, se volvió acostar y nuevamente sintió molestia de un objeto y realizó la misma acción, en la tercera vez decidió guardarlo en su morral.
Al amanecer del domingo, los niños retomaron nuevamente el camino a Suyapa, una vez llegando a la casa, Alejandro le entregó en las manos a su madre, Ana Caraballo, el objeto que había encontrado en el cerro El Piligüín, era una imagen tallada de la Inmaculada Concepción de María, en ese momento de la entrega estaba presente la niña María Isabel Colindres de 12 años, a quien su madre antes de morir le encargo cuidar la preciada imagen de la Reina Celestial de Honduras.
En la casa de los Colindres estuvo por 33 largos años, hasta que en 1780 don Bernardo Fernández propietario de las tierras de Suyapa, hasta la hacienda de San José del Trapiche, construyo una humilde ermita, donde en 1921 el cura párroco de Tegucigalpa, Monseñor Santiago Zelaya ordenó la edificación en el mismo lugar, el santuario se construyó con dos torres de estilo clásico, fueron hechas por Miguel Turcios Reina, Máximo González y Pánfilo Sauceda.
Para este 3 de febrero se espera que lleguen varias personas a la capital, quienes estarán visitando a la patrona de Honduras, agradeciendo un año más por cumplir sus diferentes promesas y bendiciones.