Cada año, para el 3 de febrero, muchos feligreses se presentan con actitud de reverencia a la Basílica de Suyapa para visitar a la virgen, de esta manera buscan a cumplir sus promesas a cambio de recibir un milagro que con tanta fe anhelan verlo cumplido, acompañados de familiares, pareja, amigos llegan desde temprano para recibir una palabra de vida.
Es por ello que, nos movilizamos para conocer más sobre las historias que hacen entender que la fe es más grande que cualquier sacrificio. A lo lejos vimos a una señora, quien se encontraba sentada como si estaba esperando a alguien y a la vez sosteniendo una candela, nos acercamos y optamos por entrevistarla y conocerla un poco más. Se trata de doña Dilmaneri Benítez (55), quien decidió venir desde Comayagua para visitar a la Virgen.
“Fui sanada de una enfermedad, debido a una caída casi quedo paralítica, pero pude recibir el milagro que tanto le pedía a mi Virgencita, es por eso que ahora vengo a visitarla cada año”, relató doña Dilmaneri.
Mientras doña Dilmaneri veía pasar a las personas, sostenía la candela y se sonreía al relatar de su fe puesta en la virgen, y de como ella respondió a esa petición que ahora se ha convertido en una historia que no puede ser callada o escondida, sino darse a conocer. A su vez, ella no llegó sola a presentarse ante la virgen, llegó acompañada de sus dos hijas, su yerno y nuera, quienes se encontraban dentro de la basílica orando.
“Siempre le oro a ella para que me dé sabiduría, me llene de fuerzas para seguir adelante y poder venir siempre a visitarla, ya que tengo veintidós años de venir a verla por agradecimiento”, expresó alegremente.
Y esta es una de esas tantas historias que pueden ser escuchadas y darse a conocer para que otras personas puedan conocer de la fe de estas personas que con mucho sacrificio llegan a la Basílica de Suyapa, solos o acompañados, pero con la fe y la esperanza puesta en Dios y en la virgen de que recibirán un milagro a cambio o que llegan con actitud de agradecimiento.
Las historias nunca dejan de ser contadas, y en esta ocasión, nos encontramos entre tanta multitud a una señora que portaba un ramo de flores y acompañada de una niña, mientras hacían la fila para ingresar a la basílica, y de esta manera orarle a la Virgen después de largas horas de espera.
Doña Tomasa Montoya (44), tímidamente aceptó la pequeña entrevista para conocerla a profundidad, quien portaba un suéter rojo, sostenía un ramo de flores. Llegó en horas de la mañana desde Quiragüira, Intibucá, para estar presente en este día tan especial para muchos, sobre todo para ella, quien esperaba ansiosamente en la fila con su hija, Yorleny (14), para poder ingresar a ver a la madre de todos.
“Si puedo decir que la Virgen ha hecho milagros en mi vida, pero prefiero no contarlas”, comentó doña Tomasa, mientras le sonreía a su hija, quien tímidamente se sonreía y a la vez avanzaba en la fila. Son muchos los que llegan temprano con la esperanza de estar presente y cumplir sus promesas a cambio de un milagro.
“Tengo 23 años de venir por una promesa que he hecho por mis cuatros hijos, siempre le pido que me los guarde y cuide, es por eso que vengo desde lejos, le traigo estas flores como promesa”, agregó doña Tomasa.
La fe mueve montañas, pero también mueve cientos de personas que para esta fecha siempre se hacen presente con el fin de darle gracias a Dios y a la virgen por cumplir los milagros que, con tanto fervor, esperan y anhelan ver cumplidos y a cambio prometerles lo que esté al alcance de ellos. Estas son historias que conmueven y motivan a mantener una fe encendida y efervescente.