En ocasiones, no todos gozamos de poder disfrutar una infancia como normalmente debería hacerlo un menor, esa determinación que se adopta desde las raíces es motivo suficiente para servir de ejemplo para nuevas generaciones, porque al final, el esfuerzo valdrá la pena.
Ayer por la mañana, junto a mi compañero Pavel Aguirre, nos trasladamos hacía la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), con la esperanza de encontrarnos con un luchador de la vida, como lo es don Miguel Ángel Gonzáles, vendedor de periódicos.
Para fortuna nuestra, llegamos y estaba su puesto (al lado del CRA), nos tocó esperarle unos minutos y con una gran sonrisa que le caracteriza, nos recibió de la mejor manera posible.
De Güinope hasta Tegucigalpa
Él es originario de Güinope, municipio de El Paraíso, considera que tuvo una infancia normal, jugando con sus compañeros en la escuela, marchando todo bien y siendo muy feliz. A sus seis años de edad fue cuando se mudó a la hermosa Tegucigalpa.
Su formación académica la realizó hasta noveno grado (tercero de ciclo), de primer a tercer grado estuvo en la Escuela Eugenio Pineda Cardona, para culminar su primaria asistió a una escuela llamada Junta Nacional del Ser Social y por último, culminó su etapa de ciclo común en un colegio técnico de la capital.
Mientras leía un periódico, nos comentó que desde los 11 años se dedica a la venta de periódicos, vendía en la calle con el intenso calor de siempre, pero siempre ha sido feliz con su profesión, a pesar de caminar más
“Los tiempos en aquel entonces eran normales, caminaba más, pero siempre he sido feliz con mi profesión y he sobrevivido de ella”. Algunos puntos que transitaba en sus inicios eran El Pedregal, La Vega, La Peña y la Calle Real, por así decirlo, era ambulante, pero era lo que a él le gustaba.
Él mismo ha visto “desfilar” muchos periódicos, algunos como “El Cronista”, “El Día” o “Diario Tiempo” que ya desaparecieron, se mostró sencillo cuando le consultamos si tenía un medio escrito favorito, considera que casi todos son lo mismo y no sacan una información distinta a la competencia.
Gran parte de su vida en Ciudad Universitaria
Con una sutil sonrisa, “Miguelito” recordó que él llegó hace 43 años a la máxima casa de estudios gracias a un vendedor, porque se vendía bastante, y sin dudarlo, consideró que era más práctico porque uno está sentado esperando a los estudiantes para brindarles el medio escrito que desean o de vez en cuando, ponerlos al tanto con las noticias.
“Prácticamente, aquí me he criado, estoy familiarizado con los estudiantes y el personal, conozco casi a la mayoría, puedo decir que con todos me llevo muy bien”, relató nuestro protagonista.
Eso sí, admite que las ventas han bajado, ya que la gente no está trabajando totalmente y los estudiantes, a los que considera sus “fieles clientes”, poco a poco están retornando a sus clases, esperando que en el segundo periodo lleguen más y vender una mayor cantidad.
Por motivos de la pandemia por COVID-19, es del conocimiento de todos que muchos establecimientos estuvieron cerrados, pero más lo han sufrido los centros educativos, que hasta este año están regresando a la “semi-presencialidad”, y Miguel Ángel, tiene un enorme Ángel en su vida valga la redundancia.
Prácticamente, estuvo dos años sin trabajar, ya que, su puesto de venta solo está ubicado en la UNAH, actualmente vive con su hija y nieta, se sintió orgulloso porque le ayudó en todo este tiempo con los ingresos.
Asimismo, con un tono de voz autoritario, expresó que gracias a su profesión pudo sacar adelante a su hija, más que todo en la escuela y colegio, porque cuando ella contrajo matrimonio, por sus propios medios siguió estudiando.
¿Qué mensaje podría enviar a los estudiantes?
“Aquí tengo periódicos y revistas por si están interesados, de lunes a viernes desde las 7 am hasta la 1 pm me pueden encontrar, siempre con la misma sonrisa y alegría de verles”, aclaró “Miguelito”.
Testimonios de vida, como el de don Miguel Ángel Gonzáles, son el claro ejemplo de que a pesar de lo difícil que puede ser la vida, nosotros tenemos el coraje para buscar la felicidad eterna.