Un hecho histórico se está viviendo este día en Honduras con la toma de posesión de la primera mujer presidenta en la historia de nuestra nación, pero para que esto sucediera, hay que retroceder en el tiempo, y recordar un largo camino lleno de obstáculos en medio de una sociedad en la que imperan actitudes de marginación hacia la mujer.
Los derechos de las mujeres fueron marginados en gran medida, tal fue el caso en 1984, cuando diputados del gobierno de Policarpo Bonilla, propusieron una Asamblea Nacional Constituyente con el fin de legitimarlo.
En esta época, uno de los parlamentarios propuso que en el artículo 24 de la nueva Constitución se incluyera la frase, “el sufragio se hace extensivo a la mujer”, de los cuarenta diputados, 37 votaron en contra y negaron ese derecho.
Y así transcurrió el tiempo, con la creencia que una mujer no podía hacer las mismas actividades ni tener los mismos derechos que un hombre, pasando a segundo plano en la sociedad, fue este uno de los grandes motivos por los que el sufragismo, el cual es un movimiento de lucha por la igualdad de los derechos políticos y civiles de las mujeres, tomó peso en Honduras.
Gracias a esto, a inicios del siglo XX, las ideas feministas revolucionarias llegaron a nuestro país, y mujeres como Visitación Padilla y Graciela Amaya, se dieron cuenta de la necesidad de crear espacios y hacer actividades para tener participación en la sociedad.
De esta manera, fue como las hondureñas comenzaron a relacionarse más con este tipo de ideas, y la década de los cuarenta representó un período importante para las mujeres catrachas.
Un ejemplo de ello fue en 1946 la lucha de Lucila Gamero, una escritora feminista que organizó la Sociedad Femenina Panamericana, una organización de lucha en pro de los derechos femeninos en Latinoamérica.
Seguidamente, en 1947 se organizó el Comité Femenino Hondureño, y el grupo “Ideas”, luchas con el fin de visibilizar a la mujer, y en las que se destacaron importantes escritoras hondureñas como, María Trinidad del Cid, Olimpia Varela, Clementina Suárez y Argentina Díaz Lozano.
Posteriormente se desarrolló la huelga del 54, en donde las exigencias de los derechos laborales, desarrollaron un mejor terreno para debatir sobre la participación de la mujer en la sociedad, y tras la presión de organizaciones feministas, a finales de ese año se aprobó por unanimidad el decreto No. 30, que reconoció la ciudadanía de las mujeres hondureñas.
Finalmente, el 25 de enero de 1955 fue ratificado ese decreto, siendo el Jefe de Estado, Julio Lozano Díaz. Hace 67 años esta conquista se hizo realidad, y las mujeres lograron obtener el derecho al sufragio, ya para 1997, Nora Gúnera se convirtió en la primera mujer en aspirar al cargo del Poder Ejecutivo, sin embargo, perdió aquellas elecciones presidenciales contra Carlos Roberto Flores.
Luego en 2013 Xiomara Castro se postuló por primera vez a la presidencia, asimismo, también lo hizo Marlene Alvarenga en 2017, ninguna obtuvo éxito. En 2021 lo hizo Lorena Herrera, quien después renunció a su candidatura presidencial.
A esta lista también se suma Doris Gutiérrez, quien luego se unió a la Alianza de Oposición, Kelin Pérez, y nuevamente, Xiomara Castro reiteró su postulación, y después de un segundo intento, el día anhelado para las mujeres llegó.
El 28 de noviembre de 2021 la gente eligió a Castro como la primera mujer en presidir Honduras, y se convirtió en la cuarta en hacerlo en Centroamérica, acompañando a Violeta Barrios de Chamorro en Nicaragua, Mireya Moscoso en Panamá y Laura Chichilla en Costa Rica.
Para entender la magnitud de lo que hoy vive Honduras, es fundamental dimensionar cada uno de los pasos que condujeron a las mujeres hasta este punto, y recordar los nombres de aquellas que participaron para que esta consagración política femenina hoy sea una realidad.
Disfruten este logro todas aquellas hondureñas que siguen luchando y velando para que los derechos de las mujeres sean cumplidos, las que tienen un compromiso por su país y continúan de pie, y en memoria de las que ya no están, pero dejaron su legado.