La frase “dar color a la vida” nunca había sido tan importante como el caso que hoy vamos a mostrar a nuestros fieles lectores. Los colores son quizás una de las partes más emocionantes que descubre un niño, pero quien diría que los mismos ayudarían a leer a través de unas gafas diferentes a las que usan las personas con miopía y astigmatismo.
Lentes Arte Miel para el manejo de la dislexia son una creación auténtica de la hondureña Alejandra Ferrera. Estos ayudan a los niños con su condición, logrando que puedan escribir, leer y distinguir formas sin ningún problema.
Azul, verde, anaranjado, amarillo, rosado, morado, son algunos de los tonos que sirven para probar con qué combinación los niños logran corregir momentáneamente su problema. Y eso es muy importante de señalar, no es una cura la que plantea Ferrera, simplemente es una manera de solventar el problema y hasta andar con un estilo bastante llamativo.
“Cada par de lentes lleva aproximadamente un mes a dos meses, dependiendo de la facilidad que tengan los papás para llevarlos a la evaluación. Se tiene que hacer una prueba de agudeza visual, una prueba de velocidad lectora, una prueba de comprensión lectora, una prueba de dictado, una prueba de copia y una prueba en la que yo hago preguntas y ellos van contestando”, manifestó Ferrera.
Lo largo del proceso es porque cada una de las pruebas anteriormente planteadas se deben de hacer con diferentes combinaciones de colores, en cuanto a los aros se refiere, por ello, lo complicado y extenso del proceso, por eso es que se necesitan de dos a tres días por semana dentro de un mes para dar con la combinación ideal para el niño.
¿Cómo nació la idea?
Alejandra es docente y hace unos años atrás notó que tenía estudiantes con esta dificultad que hacía que su aprendizaje se viera obstaculizado, provocando malas calificaciones en ellos. Los experimentos comenzaron a ser mediante uso de tiza de colores, posteriormente con marcadores de colores y eso fue una pauta importante para el descubrimiento que terminaría por hacer.
Fue así que tuvo como idea que hubiese libros de colores para niños con dislexia, no obstante, el planteamiento no sería fácil, más en un país donde el sistema público es ineficiente en su totalidad, sería imposible enfocarse en un grupo nada más, aparte que no todos los maestros tomarían en cuenta hacer esto. Por eso tuvo que trastocar sus planes.
“Tiene que haber la manera de cambiar el fondo sin hacer algo tan drástico, me pregunté. Entonces ahí fue que pensé en un par de lentes. Hay una empresa en España que elabora anteojos, pero para gente con daltonismo y han visto que tienen ciertos resultados positivos en gente con migraña, epilepsia y dislexia”, ejemplificó. Pero a diferencia de esa institución, ella sí tiene un enfoque determinado, este es para las personas disléxicas.
Fue así como comenzó a buscar a clínicas oftalmológicas para que le creara un estuche con varios lentes de colores, con este es que se dedica a hacer los análisis sobre quienes necesitan de los lentes y de esta forma es como en 2016 nace Lentes Arte Miel para el manejo de la dislexia.
“El producto está patentado, está bajo mi nombre, soy la única dueña y tengo exclusividad con la clínica con que trabajo”, señaló la hondureña. Y seguramente estás pensando en precio de estos, Alejandra nos mencionó que deberían costar alrededor de 10 mil lempiras por todo el proceso que conlleva, sin embargo, ella los da al costo, a unos 6 mil 500 lempiras.
En busca de la solidaridad
Uno de los deseos de la creadora de estos maravillosos lentes en que los mismos sean patrocinados, especialmente para aquellos niños que son de escasos recursos y que necesitan de ellos para tener una vida libre de distorsiones con estos fenomenales anteojos.
“He tocado muchas puertas, en el gobierno, en instituciones gubernamentales, a políticos, a empresarios, pero nadie ha dado una respuesta positiva”, lamentó con una tristeza que invadió su cara, cambiando el semblante al que tenía anteriormente.
Ferrera nos contó que actualmente tiene 10 niños de la Escuela Francisco Morazán de El Piligüín que lastimosamente no cuentan con los recursos necesarios para hacerse con un par de lentes, sin embargo, confía en que algún día una persona de noble corazón o una empresa que le guste proyectarse socialmente aparezca para dar una mano amiga a los infantes.
Estilo Bad Bunny
Sabemos que entre niños hay muchas bromas, en cierta parte es inocencia, no obstante, esta debe ser corregida por padres. Alejandra nos comentó acerca de un niño al que el color que ayudaba a su cerebro a procesar bien la información era el rosado, en ese sentido, sus padres lo primero que pensaron es que los demás iba a molestarle, diciendo que el color era de niña; un concepto muy arraigado y erróneo.
“Con este niño, por la zona y por el nivel económico, yo lo entrené. Y le dije, “si te molestan diciéndote por qué andas lentes de niña o que el rosado es de niña, vos les vas a decir que no son de niña, les vas a decir que son los lentes de Bad Bunny”. Así nos fuimos y tuvimos éxito, después todos querían lentes rosados”, comentó conteniéndose la risa.
Hay que aclarar que estos lentes no son de moda o como para presumir. Son exclusivamente para el tratamiento, está compuestos por cuatro aros, los primeros dos son los normales que sirven para corregir la miopía u otro problema en el ojo. Gracias a imanes están los dos aros sin graduación que son de color, gracias al magnetismo hace que sea fácil de desprender, para que el niño solo se ponga los colores cuando necesite leer, escribir o distinguir algo.
“Antes de que fueran realidad, yo me los imaginaba. Me dormía pensando en qué pruebas tenía que poner, qué elementos voy a tomar y a descartar. Si yo tengo que contestarle esa pregunta, le digo que es una montaña rusa de emociones”, se refirió cuando se le consultó cómo se sentía de haber encontrado una forma de remediar los problemas de la dislexia.
Para mayor información puedes comunicarte con ella por medio de su WhatsApp +504 3173-7370 donde con gusto te atenderá y te proporcionará toda la información necesaria para cambiarle la vida a un niño con dislexia.