Este saborizante que tanto nos encanta y que normalmente es utilizado para darle un sabor único a varios alimentos, y principalmente a los postres, es procedente de tierras hondureñas y era consumido en guacales por nuestros ancestros.
La vainilla se originó en México y en el norte de Centroamérica, en Guatemala y Honduras, hace miles de años. Según la versión de distintos historiadores, los Mayas y los Aztecas utilizaban esta flor para aromatizar los licores, e incluso la combinaban con el cacao, que era uno de sus alimentos predilectos.
Asimismo, hay versiones que dicen que el conquistador español, Hernán Cortés, llevó este saborizante a Europa, y fue allá donde tomó una mayor popularidad al ser un sabor totalmente nuevo en el viejo continente.
Su nombre proviene absolutamente de la “Madre Patria”, y viene de la palabra “vaina”, que está asociado a la forma del fruto, fue así como nació la combinación del término “vainilla”, y finalmente es como la conocemos hasta hoy.
La vainilla es portadora de grandes beneficios, como las vitaminas B2 y B3, sodio, potasio, calcio, zinc y magnesio, por eso, se considera una de las especies más caras, solo después del azafrán y el cardomomo, aunque para el consumo de las personas, no se necesitan grandes cantidades.
Ahora cada vez que utilices este delicioso extracto en tus platillos, sabrás que es un producto con raíces catrachas que le dio la vuelta al mundo y logró traspasar las fronteras con su exquisito sabor.