Un segundo no es la gran cosa si lo comparamos con un año, pero realmente que pueden ocurrir muchas cosas durante ese pequeño lapso de tiempo, por ejemplo, que se vaya alguien a quien amamos.
¿El cielo o un descanso eterno? ¿Reencarnación cómo otra persona o cómo un animal? Nunca sabremos con certeza para dónde van quienes amamos, los fieles creyentes esperan que sea con la presencia de Dios y los no devotos simplemente un descanso eterno y lleno de paz, poniendo fin a lo malo que se vive en el mundo, hoy en día.
Es 2 noviembre en el calendario, no es una fecha cualquiera, es el Día de los Difuntos, tiempo que se dedica para visitar el lugar donde está enterrado nuestra mamá, papá, abuela, abuelo, tía, tío, primo, prima, tía, tío o cualquier otro familiar o simplemente un amigo al que quisimos como un hermano.
Los cementerios de diferentes partes del país se llenan de personas que recuerdan a los que se fueron hace mucho tiempo o hace poco. Los arreglos florales no faltan, y está simplemente el que se posa frente a la lápida, quieto o sentado, sin hablar, pero sabemos que en la mente de esa gente atraviesa una plática profunda.
Aunque la fecha no es tan festejada como en México donde se realizan muchas actividades para este día, Honduras lo hace a su manera. Hay quienes emprenden largos viajes con tal de ver la tumba de su ser querido, limpiarla, pintarla, decorarla y llevar flores.
Esta última opción es quizás la más común, es por eso que las floristerías ofrecen diferentes arreglos para llevar al cementerio, así como también las famosas coronas. De igual forma, hay quienes gustan por poner candelas, esto como una tradición y, según se cree, ayuda a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz.
Nos dimos la tarea de visitar un cementerio muy frecuentado en Tegucigalpa, este se llama Jardines de Paz Suyapa, el cual se ubica frente a la Basílica de Suyapa, donde muchas personas tienen enterrados a sus seres queridos. Vimos a muchas personas recordando a sus seres amados, una clara señal de que, aunque no estén físicamente, el amor se mantiene presente.
En las afueras, los puestos de flores se encontraban llenos de capitalinos, quienes venían a coronar a sus seres amados con hermosos arreglos florales o con una simple rosa. Recordemos que el año pasado estuvimos con la temporada de huracanes, lo que imposibilitó la vista a los campos de entierro, además que por prohibición de parte de las autoridades, no se podía ir al cementerio.
Hay personas que desde muy lejos de la ciudad llegan hasta, como el caso María Teresa quien desde la colonia Bella Oriente llega hasta Suyapa para comprar solamente las flores y llevarlas hasta donde está su mamá, su papá, su tía y dos hermanos en otro cementerio de la ciudad. Cabe señalar que la rosa es la flor más solicitada, durante nuestra estadía en el lugar ya quedaban muy pocos.
Cristina Cruz, vendedora de muchos años, se mostró alegre de ver cómo los hondureños siguen recordando a sus seres amados. “Este año por voluntad de Dios aquí estamos, poniendo un poco de esfuerzo para poder venir aquí y vender flores. Ha venido bastante gente, se han acordado de sus difuntos”, mencionó mientras atendía los clientes que siempre se emocionan al verla.
Y así muchos avanzaban para dentro del cementerio con sus arreglos, palas y escobas para limpiar las tumbas. “Venimos a coronar a nuestra madre. Usted sabe que uno se siente muy feliz, aunque solo sea el cuerpo de ellos que esté aquí, pero ellos nos están mirando desde el cielo. Me siento muy feliz”, nos contó emotivamente Irlanda Banegas, quien llegó acompañada de su hermana Maritza Banegas y con su nieta Maryori Ventura, quien desde muy pequeña está aprendiendo está bonita costumbre.
Ahora hemos visto a muchas personas morir por coronavirus y hubo quienes lamentablemente no pudieron ser enterrados en cementerios como el de Suyapa, quienes fueron llevados hasta unos lotes adquiridos por la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC) en la carretera a Olancho, al cementerio que recibió el nombre de Jardín de los Ángeles.
Para entonces se desconocían muchas cosas, lo cierto es que, cada cuerpo es preparado con base a que no contagie a ninguna persona. Eso sí, que ya no se podía velar un cuerpo, aunque en los últimos meses siempre hay alguien que va más allá de lo correcto y se atreve a arriesgar la vida de los demás, no se culpa, son cosas que nos hace hacer el amor por quienes amamos.
¿Por qué se celebra?
El origen del Día de los Difuntos se remonta al año 998, cuando el monje benedictino San Odilón de Francia dio inicia a esta fecha. Fue así que se comenzó a celebrar cada 2 de noviembre, finalmente esta festividad fue adoptada por Roma en el siglo XVI (16), desde entonces comenzó a rememorarse entre todos los católicos en el mundo.
Aunque este año ha sido diferente al 2020, no olvidemos cuidarnos, andar siempre con mascarilla y evitar conglomerarnos en lugares donde haya exceso de gente. Falta mucho tiempo por vivir con este virus, pero es mejor vivirlo con quienes amamos. Que la muerte sea parte de la vejez y no parte de una grave enfermedad.