La pandemia vino a resaltar la importancia de que los países mejoren sus sistemas de salud, asimismo, se evidenció la falta de atención a la salud mental, siendo el momento de que autoridades y sociedades atienda esta problemática que está afectando a gran parte de los países del mundo.
El bienestar emocional forma parte de nuestra salud, de la calidad de vida y de la vida en comunidad. La pandemia nos ha permitido abrir los ojos y cambiar el foco. La gente se ha sentido triste, angustiada, y un porcentaje de esta población sufrirá un trastorno que, si no se trabaja a tiempo, puede crecer y tener consecuencias graves.
En Honduras se tiene que hacer una apuesta por un modelo de salud mental comunitario en el que lo primordial no sea solo un elemento de apoyo. Según estudios a nivel internacional, esta problemática se divide en varios impactos que ha dejado la pandemia.
El primero se produjo al inicio de esta crisis sanitaria con la imposición del confinamiento. Eso derivó en la pérdida de accesibilidad al sistema de salud pública porque todo quedó parado. El segundo escenario tiene que ver con el retraso en los diagnósticos.
La tercera afectación sería la demora en los procesos de recuperación de las personas diagnosticadas antes de la pandemia. Y la última etapa son las consecuencias emocionales que provoca la crisis sanitaria en sí.
Una de las consecuencias que ha traído consigo la pandemia son varios casos de psicopatologías, aumentando los trastornos de ansiedad, depresivos o por estrés agudo, estrés puesto traumático y un incremento de patologías.