En la época moderna tenemos muchísimas maneras para comunicarnos a distancia y, lo mejor de todo, de manera instantánea. Correos electrónicos, mensajes de texto, llamadas por internet o mensajes directos a través de las distintas redes sociales son parte de la revolución en cuanto a comunicación.
A pesar que el mundo ha avanzado exponencialmente en el tema de mensajería y correspondencia, todavía podemos ver carteros en las calles del país yendo de casa en casa entregando cartas, sobres y paquetes con cualquier tipo de contenido permitido por el Correo Nacional. Cabe señalar que aún podemos hacer uso del correo para enviar o recibir encomiendas.
Los tiempos cambian, sí, pero siempre es importante recordar nuestra historia porque al aprender de ella se puede forjar un futuro más esperanzador para todos. Por eso decidimos visitar el museo que se encuentra en el Correo Nacional de Honduras (Honducor), para mostrar la esencia de la correspondencia y así poder apreciar aún más los avances tecnológicos de la humanidad.
Cristhian López, practicante de la carrera de historia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), fue nuestro guía en un amplio recorrido del museo donde cubrió muchas facetas de la evolución del correo nacional y mundial, en general. “Honduras entra a la Unión Postal Universal en 1879, a partir de ahí se empezaron a firmar otros contratos de conexiones postales con los demás países centroamericanos. En ese tiempo sobresalen El Salvador, Nicaragua y Guatemala”, dijo López.
Se buscaba facilitar el proceso de envío. Se establecieron los primeros métodos de cobranza a través de la clasificación de las cartas: sencillas, dobles, triples y cuádruples; todo esto con base en su peso. En la actualidad se sigue cobrando el envío con base a su pesaje.
Otro tipo de clasificación de las cartas es por su procedencia: están las interiores que es correspondencia que se traslada dentro del territorio nacional. También tenemos las extranjeras que son procedentes de todo el continente americano y por último las exteriores que provienen desde Europa, Asia, África y Oceanía. Hoy en día, la modalidad sigue vigente.
“Honduras, en el concepto de evolución de envíos, lo hizo a través de los convenios. Todos los que se celebraron fueron con el objetivo de abrir al país al comercio y a la vez la integración de la correspondencia. Lo interesante es que todo esto es posible porque nos unimos a la Unión Postal Universal”, explicó Cristhian.
También hay que resaltar el avance que hubo en dispositivos que ayudaron a agilizar el proceso de envío y recibimiento de encomiendas tales como las calculadoras y máquinas franqueadoras.
Los envíos en lomo de mula o a pie eran comunes, pues no se tenían los recursos ni los avances tecnológicos que se fueron dando a través de los años. Era normal ver a los carteros armados, ya que, al inicio, sí se podía transportar efectivo a través de los servicios del Correo Nacional de Honduras. Debido a esto, eran emboscados frecuentemente y por eso era necesario tener un machete o, incluso, un arma de fuego para poder protegerse a sí mismos y las encomiendas que se les había asignado entregar.
Fue hasta años después, gracias a donaciones extranjeras, que se implementó el uso de vehículos terrestres para el uso del Correo Nacional. Un paso evidentemente importante hacia adelante en materia de logística que sigue siendo utilizado hasta en la época presente. Del primer lote de carros utilizados aún se conservan tres, dos en uso y el otro pronto será restaurado.
En 1980 se implementó el uso del detector de metales porque en un suceso de los conflictos que hubo en esa década en Honduras se envió un paquete bomba y el cartero asignado no logró entregar a tiempo la encomienda sin saber que contenía o que llevaba un cronómetro. El explosivo detonó y, lastimosamente, el mensajero murió. Desde entonces se usa este dispositivo para evitar nuevas tragedias.
El Museo dentro del Correo Nacional de Honduras ya ha abierto sus puertas después de haber clausurado debido a la pandemia en la que aún estamos viviendo, pero siguiendo todas las medidas de bioseguridad siempre para que se sientan seguros de ir a aprender y disfrutar un poco de la historia de nuestro país. Los adultos entran por el módico precio de 20 lempiras, alumnos de colegios 15, niños y escuelas 10 y los extranjeros 50.
¡Visita ya el museo del Correo Nacional de Honduras!