Siempre el mes de febrero ha sido uno de los meses más esperados por la feligresía católica, porque es el 3 de febrero un día de fiesta, es la fecha del aniversario del hallazgo de la Virgen de Suyapa, pero este año todo será diferente, debido a la actual pandemia de la COVID-19.
Según datos del año pasado, cerca de un millón quinientas mil personas llegaron a la Aldea de Suyapa a rendirle homenaje a la santa patrona de Honduras, mismos que la actualidad tendrán que hacerlo desde su casa o desde la parroquia más cercana de su hogar, manteniendo todas las medidas de bioseguridad para evitar contagiarse del virus.
Esta semana tanto la Basílica Mayor como la Basílica Menor permanecerán cerradas para evitar la aglomeración de personas, ante esa situación, hubo personas que en la última semana del mes de enero se animaron a llegar hasta la casa de la virgencita, unos para cumplir promesas, otros para agradecer un milagro y algunos para pedir algún favor.
Pero días atrás, varios hondureños hicieron un espacio en su agenda diaria y llegaron hasta ahí, donde ella se encuentra, manteniendo un distanciamiento social, utilizando su mascarilla y gel antibacterial. Personal de aseo hace una limpieza de todas los asientos al finalizar cada misa, además de trapear todo el suelo en forma constante y mantener siempre los pediluvios con líquido desinfectante para los zapatos.
Dentro de la iglesia, las bancas tienen dos calcomanías que señalan donde cada persona puede sentarse, estos tienen una distancia de dos metros, suficiente para no tener contacto con otros, esta es la nueva normalidad, la nueva forma de adorar a Dios y a la Virgen de Suyapa.
Con 84 años de edad, doña Vicenta García es oriunda de la Aldea El Bado en Nacaome, Valle y llegó a dar gracias a la morenita, debido a que en las últimas semanas de octubre del año pasado, según reportes médicos, hubo un instante en el que el oxígeno no llegó hasta su cerebro, provocándole que sufriera un desmayo que le causó una fractura en la pierna derecha y su brazo derecho, ambas requirieron de una cirugía. Dos meses después, la fiel devota llegó caminando a la iglesia y haciéndolo por su propia cuenta con la ayuda de un andador.
«Yo cualquier cosa, virgencita de Suyapa, Diosito lindo», nos decía entre lágrimas en sus ojos, puesto que ella creía que nunca iba a volver a caminar, que su vida terminaría postrada en una cama, pero ella nos relata que durante todo ese tiempo se mantuvo en oraciones, súplicas que fueron escuchadas por la virgen y por Dios.
La señora llegó acompañada de su familia, todos agradeciendo el milagro que la virgencita de Suyapa y Dios habían hecho en la vida de ella. «En agradecimiento, quisimos venir a la iglesia porque Dios nos dio esta oportunidad», contó Carly Flores, hija de doña Vicenta García, quien tendrá el gusto de poder seguir compartiendo con sus tataranietos, así es, esa es otra bendición en la vida de ella, el ser tatarabuela.
La descendiente de doña Vicenta, nos detalla que los médicos que han seguido de cerca la evolución de su mamá, se sorprenden por lo bien que va su recuperación porque, a pesar de su edad, la señora en menos de dos semanas comenzó a mover tanto su pierna como su brazo. Actualmente sigue haciendo su proceso de rehabilitación mediante terapias.
Como dato curioso, Carly nació también un 3 de febrero, aprovechamos a desearle un feliz cumpleaños, y aunque no lo crean, doña Vicenta no le puso como nombre Suyapa, «eso le estaba diciendo ahorita a ella, que por qué no me puso como ella», nos cuenta entre risas. Como Vicenta, muchas personas llegan hasta el lugar, pidiendo, sobre todo, salud para toda la familia.
Hoy se conmemoran 274 años desde que Alejandro Colindres y Jorge Martínez encontraron la imagen tallada en cedro de la Virgen de Suyapa, se extrañará compartir con las personas que hacían la expedición desde el interior del país hasta la basílica, conocer los milagros que la madre de Jesús hizo en sus vidas, pero lo importante siempre será mantener contacto con Dios y con ella desde nuestro hogar porque como dijo doña Vicenta, siempre nos escuchan.