Aunque el uso de mascarillas ha sido una de las estrategias para evitar la propagación del virus de la COVID-19, con ello ha traído un efecto negativo en la vida silvestre, generando un gran peligro para el medio ambiente, generando graves problemas en la tierra.
Cabe mencionar que, la vida útil promedio de una mascarilla KN95 es de 8 horas de uso, después de este periodo, es recomendable sustituirla. A diferencia de otras mascarillas, la KN95 ha demostrado ser muy eficaz para evitar la transmisión del virus, ya que captura hasta el 95 % de las partículas que se encuentran en el aire. El tiempo que tarda en degradarse una mascarilla es de 300 a 400 años.
El verdadero problema que generan los cubrebocas es la contaminación de los subsuelos y los cuerpos de agua, por esta razón, a mediano y largo plazo, los animales y las plantas también serán afectados. Los desechos de las mascarillas pueden destruir los ecosistemas, ya que muchas veces los confunden con alimentos, al momento de ingerirlos es cuestión de tiempo para que pierdan la vida después de un proceso largo y doloroso de digestión.
Por ello el cubrebocas muchas veces es reutilizado como una alternativa más ecológica a las opciones dañinas que produce. Es necesario tener en cuenta algunas consideraciones para evitar el daño a la vida silvestre y al medio ambiente, no debemos tirar las mascarillas en la calle, con el tiempo cobrará factura a alta generaciones.