El 2020 fue un año terrible para todos en los diferentes planos, el mundo entero sufrió a causa del daño, de la pandemia del COVID-19. El mundo, las personas y los océanos han sido víctimas del COVID-19 y también de la contaminación, según una estimación de la organización de conservación marina OceansAsia, más de 1.500 millones de mascarillas acabaron en los océanos en 2020.
La mascarilla en una protección personal, pero también una nueva forma de contaminación mundial, solo en un mes China exportó más de 4 millones de cubrebocas. Una mascarilla tarda más de 400 años en desintegrarse, un proceso largo y dañino para el medio ambiente, un cubrebocas si se encuentra en el mar no solo amenaza a las especies como peces, medusas y arrecifes de coral sino a la vida humana.
“Las preocupaciones por la higiene y una mayor dependencia de la comida para llevar, han provocado un mayor uso de plásticos, particularmente envases de plástico, mientras tanto, una serie de medidas diseñadas para reducir el consumo de plástico, como la prohibición de bolsas de plástico de un solo uso, se han retrasado, pausado” explica Gary Stokes, Director de Operaciones de OceansAsia.
El informe cita un estudio de un grupo ambiental de Hong Kong, Greeners Action, en el que se estima que, solo en la región de la República Popular de China, se desecharon 101 millones de cubiertos de plástico y recipientes de comida de un solo uso por semana durante el mes de abril. Imagina cifras agregadas a nivel mundial.
Ante esto, la asociación francesa Operación Mar Limpio advierte que esta situación es nueva para el mundo por tratarse de mascarillas, sin embargo es reflejo del mismo retroceso donde se acumulan los desechos plásticos, producto de una cultura mundial de “usar y tirar”. Debemos actuar de manera más consciente estamos protegiéndonos del COVID, pero le estamos haciendo una daño a la madre naturaleza, tiremos la basura en su lugar.