Don Rudy Alberto Varela Durón es un abuelo de 87 años que se gana la vida vendiendo en las calles del centro de Tegucigalpa. Accesorios para dama y caballeros, pulseras, cadenas, aritos, anillos entre otros son artículos que vende don Rudy. En estas fechas recuerda las bellas navidades que pasaba junto a su amada esposa doña Ana con la que compartió por 47 años de vida, pero que lastimosamente ya falleció.
Su matrimonio fue muy hermoso, ellos siempre se trataron con respeto, lastimosamente su esposa falleció hace mucho tiempo… “Mi esposa era bien bonita, pura muñeca, vivimos muy felices, a ella no le falta nada, sobre todo amor, yo le daba dinero suficiente para que comiéramos bien, la navidad era más bonita cuando la pasaba junto a mi esposa”, expresó don Rudy.
Él y su esposa concibieron 4 hijos en su matrimonio, criándolos y preparándolos académicamente. Pero en la vida siempre hay hijos que no agradecen el esfuerzo y sacrificio de sus padres y los dejan abandonados, como si fuesen cualquier objeto reemplazable.
Don Rudy es una persona de casi 90 años, que no debería estar trabajando, a esa edad, es para que esté descansando en casa, tomándose una taza de café, acompañado con un par de semitas o rosquillas, como común mente lo hacen nuestros abuelitos, para quienes aún los tienen con vida, y para quienes no, desearían ver a sus viejitos en casa.
“Así como me ve, renco, así ando por las calles vendiendo para no morirme de hambre y como mis hijos no me mandan nada de dinero, yo tengo que ver de dónde lo saco, y cuando vienen solo me dan 500 pesos eso es todo” agrego el octogenario.
Los hijos de Don Ruby viven en los Estados Unidos y en España, y cuando vienen de viaje al país, solo pasan una o dos horas con él, les dedican más tiempo a los amigos; ellos se conforman con solo darle 500 lempiras a su progenitor que los creció y los preparo académicamente.
“Mis hijos son unos pícaros les presté dinero para que se fueran para otros países y nunca me pagaron, son sinvergüenzas, pero no des niego que sean mis hijos, porque ante Dios lo son, pero yo no estoy muy feliz con el comportamiento”, manifestó el octogenario.
Por otra parte, lo que más le gusta de la navidad es tener mucha comida; pollos y tamales son sus platos favoritos. Debido al abandono de sus hijos pasa la navidad con su trabajadora doméstica, de lo contrario la pasaría solo. En su juventud don Rudy trabajó en la albañilería y gracias al esfuerzo pudo construir su casa, también compró unos terrenos en Olancho, que ahora los está vendiendo para no trabajar más, solo quiere dedicarse a disfrutar sus últimos años de vida como se lo merece.
Son tantas las historias parecidas a la de don Rudy, a veces como hijos somos mal agradecidos y no valoramos todo el esfuerzo que nuestros padres han hecho para sacarnos adelantes y para prepararnos en la vida, o sabemos, pero nos importan poco. Si tienes a tus viejitos vivos valóralos ámalos hasta su último día de vida.