Si tan solo pudiéramos hacer algo para que se quedaran con nosotros para siempre, lo haríamos, ellos valen mucho, bríndales una caricia y te seguirán hasta el fin del mundo, incluso te seguirán hasta después de la muerte. Chiripa es una perra rescatada de un cementerio, lugar donde dormía sobre la tumba donde fue sepultado su antiguo dueño.
Jefferson Ortíz, conocido popularmente como Jefferson Rescata, es una persona de noble corazón que ama a los caninos, él fue quien salvó a Chiripa de morir, ella estaba en una deplorable situación física cuando Jefferson acudió a su rescate y le hizo una promesa, que cuando estuviera mejor de salud la traería de nuevo al lugar donde reposa el cuerpo de su amo y así cumplió.
El trayecto de Chiripa comienza en el portón principal del cementerio, hogar donde vivía antes. La perra reconoce el lugar, donde Jefferson la ha llevado, ella se pone nerviosa y comienza a temblar y a jadear, sabe que está en el sitio donde se encuentra su antiguo acompañante de aventuras, solo ellos conocen las historias que pasaron juntos, su apego y amor sobrepasa la muerte.
Jefferson su nuevo amigo y salvador, la acompaña en el trayecto, pero Chiripa al parecer no está preparada, se encuentra nerviosa y temerosa de regresar al sitio donde vivió por algunos meses, agacha la cabeza y se acerca a su amigo, ella le quiere dar un mensaje, talvez no está preparada. “Yo sé que tú quieres ver a alguien que no vez hace mucho tiempo, ve, ve, Chiripa, vamos, vamos yo te acompaño” esa fueron las palabras de aliento por parte de Jefferson.
Ambos aligerarán sus pasos, sabe que estar cerca de llegar al punto central de las emociones, “Chiripa quiero que me muestres en este lugar donde está tu antiguo dueño, no te voy a dejar, tú te regresas conmigo” agrego Jefferson dándole más aliento para que siga el camino.
Una vez llegando al lugar, Chiripa no duda en echarse sobre la tumba de Luis Geovanny Mero Delgado su excompañero, quien se adelantó en el viaje el 20 de octubre del año 2009. La perra estaba alegre y a la misma vez triste de regresar al lugar, y aunque muchos piensan lo contrario, consideran que los animales no tienen sentimientos, esta historia cambiara su forma de pensar, porque los animales si pueden amar igual que las personas, Chiripa no quería abandonar el cementerio, ella sabía que parte de su corazón ahí estaba enterrado bajo tres metros de tierra.
Chiripa pudo cumplir la promesa que un día hicieron junto a Jefferson, regresaron al lugar donde acompañaba a su antiguo dueño que ya falleció. A veces nos toca sentir la perdida de nuestros animales, pero hay situaciones como esta, cuando sus dueños y amos son los que se adelantan y los perros quedan huérfanos. Chiripa ha tenido suerte porque ha tenido buenos amigos que han sabido cuidar de ella.