Luis Lezama Bárcenas es un joven escritor hondureño que nació en la ciudad de Tegucigalpa en 1995, actualmente reside en Argentina, donde estudia Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Hace unos días fue reconocido como ganador del VIII (octavo) Premio Centroamericano Carátula de Cuento, convirtiéndose así en el primer y único hondureño en ganar dicho reconocimiento.
A los diecisiete años publicó su primer libro de poemas titulado “El mar no deja olvidar” (2013), apoyado por el escritor hondureño Julio César Anariba. Su primer reconocimiento internacional llegó en 2016 con su cuento “Bañar al bebé”, ganador del primer premio y la medalla al mérito Gabriel García Márquez en el XI Concurso Internacional de Cuento ‘Ciudad de Pupiales’, organizado por la Fundación Gabriel García Márquez y el Gobierno de Colombia.
Sus cuentos y notas no solo se han publicado en Honduras, sino que también en países como Cuba, Colombia, España, Nicaragua y Argentina. Bárcenas frecuenta distintos talleres literarios, de periodismo y de cine, entre los más importantes, el TCyC de Marcelo di Marco y el mítico taller literario que coordina Liliana Heker (Premio Nacional de Literatura Argentina).
En el premio al que se hizo acreedor en este 2020, el jurado encargado de seleccionar al ganador estaba integrado por Sergio Ramírez, Socorro Venegas y Juan Casamayor, le otorgaron el VIII Premio Centroamericano Carátula de Cuento y una residencia de escritor en la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Y hoy conoceremos qué ha representado para él estos éxitos.
¿Cuál es el motivo de su residencia en Argentina?
En principio era estudiar; ahora mismo me encuentro en mi cuarto año de ciencias de la comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Pero los motivos, con el tiempo, se van volviendo otros. Ahora creo que también estoy acá porque de alguna manera me siento parte de esta ciudad. Acá he encontrado no solo amigos, sino también maestros. Bueno, en el fondo todo maestro, si es un buen maestro, es un amigo. Y también viceversa; los amigos, los mejores, siempre le enseñan a uno.
¿Qué lo inspiró para hacer la historia Ni hermosos ni buenos?
Yo desconfío de la palabra inspiración porque hace creer a la gente que uno hace esto porque no puede hacer otra cosa, porque nació para ello y no tiene de otra, y eso hace que mucha gente desvalorice el trabajo que conlleva escribir. Palabras como “inspiración” precarizan el arte.
“Para mí este cuento es, en palabras simples, la génesis de un criminal. Borges decía que cualquier destino constaba en realidad de un solo momento: el momento en el que una persona sabe para siempre quién es. Yo quería retratar eso: el momento crucial donde una persona sella, o le sellan su destino”.
¿Qué representó para usted la obtención del premio Carátula?
Digamos que para mí es un reconocimiento al nuevo cuento hondureño en general. Aclaro que yo venía participando hace dos años en este concurso y miraba, con ardor, cómo ya lo habían ganado dos nicaragüenses, dos guatemaltecos, una panameña y dos salvadoreños consecutivamente; faltábamos nosotros y los ticos. Y de verdad que no quería que fuéramos los últimos en ser reconocidos por este festival que premia a los mejores jóvenes escritores de la región. Centroamérica tiene hoy en día grandes escritores, de talla universal, comenzando por Sergio Ramírez, Premio Cervantes y organizador de este festival, siguiendo con Gioconda Belli, Castellanos Moya o Rodrigo Rey Rosa.
Este es el segundo premio que gana en su carrera como escritor, ¿Qué recuerdos se le vienen a la mente de ese premio que ganó en 2016 con Bañar al bebé?
Recibí muchos comentarios de gente diciéndome que yo no “escribía como hondureño”, ¡Y me lo decían como elogio! Eso me entristeció mucho, pensar en “no parecer hondureño”, así que me propuse escribir historias “hondureñas”, pero sin perder la calidad que tiene que tener un cuento. Por lo que el premio me confirma que se puede y debe escribir “centroamericanamente”, pero sin perder la calidad. La exageración de usar la palabra “maje” veinte veces en una página o mencionar las baleadas o las salvavidas, se parece más a una caricatura.
¿Desde qué edad comenzó escribir este tipo de historias?
Cuando yo era niño jugaba día y noche con soldaditos. Cuando mi perro se comía uno de mis soldados o la muchacha que nos ayudaba en la casa, barría por accidente a uno y se lo llevaba a la basura, lo que sucedía seguido, yo no me quejaba o lloraba. Yo me contaba a mí mismo que el “capitán Soto” o el “teniente Ferrera” se había perdido en una misión y no se sabía nada de ellos. A veces el soldadito volvía a mis manos porque solo había sido barrido debajo de un mueble o mi mamá lo rescataba de la basura. Entonces lo que hacía es que creaba otro escenario, donde ese personaje emprendía un viaje de regreso a mi escenario principal.
Con 25 años y escribiendo historias de alta calidad, ¿Qué les recomienda a los jóvenes hondureños en cuanto a crear sus propias historias o leer más libros para desarrollar una mejor imaginación?
¿Para contar historias? Que escuchen a Guillermo Anderson, no solo El Encarguito, En mi País, o Costa y Calor, que me encantan, aclaro, sino que escuchen al Guillermo Anderson de Del tiempo y del Trópico, el de todo el álbum de Pobre Marinero, el de Canciones para un país mejor, o todo Guillermo la verdad, ahí están las mejores historias de este país que necesita que lo empecemos a reconstruir desde ese mapa musical que él dejó trazado.
A futuro, ¿Cómo se visualiza dentro de su carrera profesional?
Dando talleres literarios, enseñando y descubriendo a jóvenes que quieren y necesitan escribir. Este país es injusto con el que sueña, pero no vamos a rendirnos. Como decía Juan Ramón Molina, hay que volar siempre hacia arriba, esperando que el dolor nos tienda su arco, esperando la hora del triunfo; hora que ha llegado, que está llegando, que llegará siempre, aunque los malvados multipliquen sus votos y se multipliquen como insectos de la tierra.
Rapiditas Radio House:
¿Tango o Punta?
Punta. Sigan mi playlist en Spotify “Garifuna Nation”
¿Asado o Baleada?
Baleadas, pero de La Ceiba.
¿Mate o Café?
Café de Rosso Café HN.
¿Tegucigalpa o Buenos Aires?
Tepas. (Tegucigalpa)
¿River Plate o Boca Juniors?
Racing.
¿Olimpia o Motagua?
El Tetracampeón.
¿Juan Ramón Molina o Froylán Turcios?
Roberto Sosa.
¿Gabriel García Márquez o Pablo Neruda?
Gabo, siempre.
¿Historias de Amor o de Terror?
Terror; el amor… ¡Qué miedo!