A un año del primer caso confirmado por COVID-19, se han encendido las alarmas debido a otra enfermedad que podría afectar a la sociedad si no se toman las medidas correspondientes. Chapare o chapare mammarenavirus es el nuevo virus que se ha descubierto en Bolivia, el cual ya ha cobrado vidas humanas.
Investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. han informado de la reaparición de un virus mortal que se descubrió en 2004 en Bolivia. Se le conoce como ‘Chapare’, el mismo nombre que la provincia donde se registró el primer caso de esta enfermedad que, ahora se sabe que se puede transmitir entre personas.
Según expertos, se creía que su contagio se podía dar por el contacto con la orina o los excrementos de las ratas, pero este nuevo avance da a conocer que, puede transmitirse entre personas, autoridades se mantienen en alerta, ya que, se podrían dar otros brotes, ocasionando que esta enfermedad sea mortal.
Los investigadores creen que el Chapare ha circulado anteriormente por Bolivia sin que se haya podido detectar porque podría haberse diagnosticado erróneamente como dengue o ébola. El origen podría estar un agricultor de arroz, de 65 años, que probablemente contrajo el virus Chapare a través del contacto con orina o excrementos de rata.
El siguiente infectado sería un médico, de 25 años, que cuidó del agricultor y que enfermó después a los nueve días. A ellos hay que sumar el conductor de la ambulancia que desarrolló síntomas a los 16 días.
¿Cuáles son sus síntomas?
Todavía quedan muchos estudios por realizar para conocer esta enfermedad de mejor manera. Lo que se sabe es que no existe un tratamiento específico para superar la enfermedad y las infecciones que provoca el virus.
Entre los síntomas más habituales se encuentran fiebre, dolor de cabeza, malestar en los abdominales, sarpullido, insuficiencia orgánica y hemorragias, potencialmente mortales. Lo que hace que sea similar al ébola.
Según expertos, indican que su propagación a nivel mundial es poco probable. Este virus es vulnerable al calor y a los desinfectantes; aun así, médicos y científicos de varias partes del mundo siguen la pista de la enfermedad, para que no llegue afectar a más personas.