Iba a ser un día de fútbol en el Campo Motagua de Comayagüela, eso pensaba yo y no fue así, pero Dios siempre actúa perfectamente, y mientras esperaba a que me metieran al partido, me di la vuelta y observe un señor en una silla de ruedas que era empujada por un niño aproximadamente de 10 años.
Me sorprendió ver que a pesar de sus discapacidades físicas, buscó la manera de ganarse el pan de cada día. Vendiendo dulces y chocolates, obtiene unos cuantos lempiras para comprar lo esencial, “la comida”. Hubo algo que me llamó la atención, él tenía una sonrisa que se marcaba a pesar de que usaba un cubrebocas.
Me acerque a él y le consulte si le podía hacer unas preguntas, amablemente me dijo “claro que si muchachito”. Lo acompañé en el recorrido que hacia mientras promocionaba sus productos, las personas lo observaban con curiosidad y admiración.
Luego para ir agarrando confianza empecé preguntándole ¿Cuál era su nombre y qué edad tenía? a lo que respondió…
“Me llamo Santos Rodríguez hace poco cumplí 50 años”. Es padre de crianza de 3 niños; él se preocupa por que ellos coman, vistan y calcen, hay refranes y dichos que son aplicables en la vida y quedan perfectos, “padre es el que cría, no el que engendra”.
Una descarga eléctrica hizo que perdiera su mano y pierna, pero lo que no le pudo quitar, son esas ganas de trabajar, luchar y salir adelante, al contrario, le dio fuerzas para hacerle frente a la vida y verla de otro punto de vista, es por ese, que este tipo de actitudes los convierten en un símbolo de admiración para quienes tenemos todas las partes de nuestro cuerpo.
¿A qué se dedicaba antes de que sucediera este accidente?
“Me dedicaba a la pintura de casas y, a causa de eso quede así, ahora salgo a ganarme la vida, vendiendo, confites, chocolates y cacahuates”, me comentaba don Santos mientras una niña le pregunta por el precio de los chocolates.
Don Santos se levanta temprano a vender sus chocolates y dulces, trabaja de lunes a viernes de 7 de la mañana a 5 de la tarde, el sábado lo utiliza para darse un descanso y relajar el cuerpo, luego el domingo sale hacer las compras del producto que luego venderá por las calles del Mercado las Américas.
Mientras lo entrevistaba se tomó tiempo para regalarme unas bonitas palabras que me alegraron mucho sinceramente… “Me alegra mucho que venga a disfrutar en esta hermosa tarde de fútbol con sus amigos, espero que Dios le provea todo para terminar su carrera yo sé que él lo hará”.
Me interesaba saber algo, si recibía ayuda de alguna persona u organización, no es fácil mantener un hogar de 5 personas es complicado y más ante esta situación que estamos viviendo por la pandemia “Yo no recibo ayuda de nadie, bueno la única ayuda recibo es cuando me dan compran un chocolate o dulce, lo que hacen es que me dejan una propia”.
Así mismo agradecí a Don Santos por regalarme un poco de su tiempo, le di un abrazo y chocamos los puños como símbolo de amistad y despedida, esperamos volver a encontrarlo; es todo un personaje, héroe y luchador que endulza la vida, con sus productos y palabras.
¿Saben cuál es la enseñanza de esta historia? Las Discapacidades no existen, los limites tampoco, cada quien lucha por lo que quiere, nada viene así de fácil, todos tenemos pruebas y debemos afrontarlas y vencerlas. Muchos vivimos quejándonos por hacer cosas tan pequeñas y simples, como lavar un plato o vaso, por ir a comprar a la pulpería, lavar, planchar en fin se dé muchas las que se nos vienen en mente.
Si en tu corazón nace la voluntad de ayudar a don Santos puedes hacerlo, puede ser con una silla de ruedas, ropa para adulto o para niño o una provisión de comida. Puedes llamar al número 9701-7209 y el mismo don Santos atenderá tu llamada.