Por más de dos meses, varios países se han mantenido en confinamiento. El COVID-19 sigue multiplicándose, es por eso que los gobiernos aún mantienen el aislamiento como medida de prevención.
A medida que las personas, empresas y gobiernos están cambiado sus comportamientos y se promueve un distanciamiento social, también se han producido efectos positivos indirectos en el medio ambiente.
La calidad de aire de distintas ciudades mejoró bastante en estos meses, ya que mostraron bajos niveles de contaminación. En Nueva York, una científica atmosférica del Observatorio Lamont-Doherty, señaló que se han registrado caídas de monóxido de carbono de hasta un 50% a lo largo de marzo.
Por su parte, en Wuhan, epicentro de la pandemia, tras ser puesta en cuarentena, tuvo una reducción significativa de dióxido de nitrógeno, un gas nocivo emitido por vehículos automotores, plantas de energía e instalaciones industriales.
Otro efecto de la pandemia en el medio ambiente es que, a causa de la suspensión de grandes concentraciones y eventos deportivos, sociales y culturales, las calles de distintas ciudades han estado totalmente vacías.
“Aunque el alivio sea momentáneo y no resuelva, de fondo, la crisis climática actual, lo cierto es que el coronavirus está trayendo buenas noticias al medio ambiente”, manifestó el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.
En estos meses el planeta ha tomado un respiro, y los seres humanos deben de entender que los recursos naturales no son eternos, deben de saber cuidar cada uno de ellos y protegerlos a como dé lugar, ya que la sobreexplotación solo causa caos y estragos en el medio ambiente.
Hoy nos vemos obligados a cambiar nuestra forma de vida, y aprender a convivir con otros hábitos de consumo y movilidad por otras prácticas que permitan ir creando una armonía con el medio ambiente.