Aunque usted no lo crea, según la historia de un escritor, inversionista, y estadounidense William Vicente Wells afirmó que en diciembre de 1848 una tormenta de nieve y granizo cayó en Tegucigalpa, provocando la única y última vez de tal acontecimiento climático.
Tegucigalpa se conoció durante muchos años atrás como un lugar sumamente frío, era muy común ver a sus habitantes con suéteres y gorros pues para ese entonces solían registrarse temperaturas de 15 a 10 F.
Era en noviembre y diciembre que la capital presentaba los climas más fríos del año, pero fue un día de diciembre que Tegucigalpa amaneció con mucha nieve. Y aunque hay quienes que no lo creen, Wells elaboró un artículo en que explicó el hecho histórico.
El estadounidense realizó en el año 1850 un expedición en el territorio, posteriormente escribió varios artículos nombrando a uno de ellos como “Exploraciones y Aventuras en Honduras”.
Parte del artículo
…Una tormenta de nieve y granizo cayó en diciembre de 1848 como nunca antes había sido visto en las tierras altas del país, ni nunca el mercurio había bajado al punto de la congelación; fue, por consiguiente, lo más sorprendente, se observó un cúmulo de nubes negras formándose lentamente hacia el noroeste y el centro, a poco más o menos una legua hacia el suroeste de la ciudad; de pronto se obscureció el ambiente con la “caída de hielo”, como dijeron mis informantes, y la tierra quedó cubierta con la nieve.
Fueron destruidos árboles, plantas y pájaros y el hielo quedó diseminado en una área como dos leguas cuadradas y en tal cantidad, que se conservó en el suelo por espacio de dos semanas.
Este fenómeno, ocurrido en una zona tórrida, puede incitar a investigación de los entendidos en la materia y está corroborado por todos los habitantes de la ciudad, pocos de los cuales habían visto nieve.
En algunas zanjas profundas la masa congelada tenía hasta cuatro pies de espesor. Muchos de los granizos pesaban varias onzas. Los señores Vijil (sic) Lozano y Ferrari y muchas personas más presenciaron el acontecimiento.
Las aguadoras llegaban a la ciudad con pedazos de hielo balanceados en sus cabezas, se les usaba para enfriar el agua potable. El hielo cayó por espacio de una hora. Se elevaron plegarias en las iglesias, agradeciendo a los santos su intervención para que la ciudad no fuera destruida por un gran chubasco de hielo…
El acontecimiento existe ahora solo en la memoria, pues nunca más se volvió a presenciar un fenómeno climático como tal, pero si de ambientes fríos se trata el país cuenta con lugares como La Esperanza, Intibucá para disfrutar del único clima helado de nuestro país