Sé que como directivos en ocasiones se debe dejar de lado el sentimiento y tomar decisiones difíciles, lo comprendo totalmente.
Lo que no entiendo, al menos en esta oportunidad, es la poca paciencia que se ha tenido con Luis Alvarado, pues este ha sido destituido de su puesto como director técnico del Honduras de El Progreso.
Hablamos del estratega que con mucho valor tomó las riendas del equipo en el cierre de la pasada temporada, haciendo un gran trabajo que salvó a la institución de estar en este momento en la Segunda División de nuestro fútbol.
Aquel fue un cierre de ensueño para los progreseños, y como era de esperarse, el técnico Alvarado debía seguir al mando, arrancando una nueva campaña en la que solo le dieron cuatro partidos de vida.
Sí, es cierto, los “Arroceros” están en el último lugar con apenas un punto acumulado, pero no solo veamos esto, sino también a los rivales que ha tenido.
En esos cuatro duelos enfrentó a tres de los denominados grandes (Olimpia, Real España y Marathón), y sí, perdió como visitante ante el Real de Minas, equipo que recordemos estuvo a segundos de remontarle un 0-3 al Motagua para terminar empatando 4-4 en esa misma cancha.
El único punto lo consiguió empatando ante los aurinegros, así que es cuestión de analizar varias cosas, y tras ello sigo creyendo que los dirigentes fueron muy precipitados.
Creo que la mejor opción era esperar hasta la Jornada 6, y ya ahí sí preocuparse en el caso de que los resultados siguieran siendo negativos.
Al final eso de ser “de la casa” termina pesando. Curiosamente quien llegará en el puesto de Luis Alvarado será Horacio Londoño.
¿Ustedes creen que si Londoño hubiera arrancado el torneo y tuviera los mismos números que Alvarado a estas alturas hubiese sido destituido?
Como dicen por ahí: “El hubiera no existe”, pero estoy casi seguro que no hubieran tomado la decisión de hacerlo a un costado. Repito, ser “de la casa” en ocasiones termina siendo algo negativo, sino pregúntenle a los entrenadores nacionales que sueñan con dirigir a la “H”.