La Marimba a lo largo de sus viajes ha logrado presenciar lugares espectaculares, con paisajes que impactan a cualquiera. Lugares donde viven personas maravillosas, que son el vivo ejemplo de un país 5 estrellas.
Visitando Yamaranguila en el departamento de Intibucá, encontramos un lugar muy especial y único en Centroamérica, debido a que se encuentra un barro de color blanco que se usa para realizar diferentes tipos de manualidades, que son vendidas en diferentes puntos del departamento de Intibucá y de todo Honduras.
A unos cuantos minutos de La Esperanza, Intibucá, queda el municipio de Yamaranguila, un municipio que cuenta la comunidad de Cofradía, lugar que es conocido como la capital del barro blanco, por poseer esta arcilla de color muy especial, que es difícil ver en otro lado del país.
Habitantes de la comunidad de Cofradía por varios años han dedicado todo su tiempo a trabajar este barro de color blanco, realizando varias manualidades, que han destacado en toda la región por sus figuras, tamaños y su originalidad.
“Este es el único barro de color blanco en Honduras y en todo Centroamérica según estudios que han realizado geólogos, y lo han confirmado con sus análisis en diferentes lugares hasta en México, Colombia pero el barro es exclusivo de esta zona”, relató Marcelo Hernández alfarero de Cofradía, Yamaranguila.
Por varios años habitantes de Cofradía han trabajado el barro, llegando a capacitarse desde el siglo pasado y alcanzando a realizar una microempresa que sostiene a varias familias que se ven beneficiados con la elaboración de las manualidades.
Actualmente los habitantes de la zona quieren que el gobierno declare Cofradía como un patrimonio nacional, ya que al pasar de los años ha ido creciendo como un baluarte de Yamaranguila y de todo el departamento de Intibucá.
La comunidad se ha unido y han conformado la Asociación de Alfarería Lenca de Cofradía, con la cual han realizado su propio taller para trabajar el barro y ahora también cuenta con su propio local en la zona, donde tienen sus muestras de los productos que tienen a la venta.
“De trabajar el barro blanco tenemos más de 30 años, con esto hemos podido sacar adelante a nuestras familias y hemos ido perfeccionando todo el trabajo que hacemos. Nuestro propósito es que el barro blanco se llegue a conocer en diferentes partes del país y si se puede en otro países”, manifestó Narcisa Hernández, presidenta de la asociación.
Ollas, comales, vasijas, máscaras, pitos y varios animales decorativos son los productos que son elaborados por las manos lencas todos los días. Personas de diferentes edades son las encargadas de elaborarlos y han ido pasando los conocimientos de generación en generación.
Al momento de hornearlo deben mantener las piezas por un tiempo aproximado de 6 horas, teniendo en cuenta que antes de realizar este procedimiento tienen que secar las piezas por unos 15 días, ya que si no se seca bien, puede arruinar la pieza.
“Se realiza un proceso de quema de 2 horas y después 4 de lo que llamamos horneado. Con esto nosotros nos aseguramos de realizar un trabajo que sea más duradero y sobretodo vasijas que son de alta calidad para todos aquellos que vienen adquirir nuestros productos”, relató Marcelo Hernández.
En el 2013 la municipalidad prohibió la extracción del barro a personas externas al municipio, el uso de esta masilla solo es permitido a los grupos lencas de Yamaranguila y sobre todo a las personas de la comunidad de Cofradía.
Si llegan visitantes las personas encargadas del taller se encargan de explicar todo el proceso de cómo elaborar una manualidad, enseñando los mínimos detalles de cómo trabajar en el torno, teniendo la oportunidad de ensuciarse las manos y sentir la textura del barro.
En estos talleres también se realizan manualidades con otros elementos. Las hojas de pino no se desperdician en Cofradía, ya que los grupos trabajan con ellas para realizar productos decorativos y útiles para el uso del hogar.
Las hojas de pino son utilizadas con hilo de cáñamo con colores representativos a la cultura lenca, fabricando tortilleras, porta vasos, ollas, porta botellas, espejos, aritos y otros productos que tienen un valor bastante accesible para los clientes.
Las primeras generaciones aún siguen trabajando el barro solo con la mano, las nuevas generaciones han ido mejorando la forma de trabajarlo y ahora hace uso del torno, el cual ha agilizado el trabajo y pueden realizar más productos en un menor tiempo.
“Mi hijo (Marcelo Hernández), fue el primero de toda la comunidad en aprender a trabajar en el torno, que el aprendiera nos ha ayudado ya que ahora él va poder enseñarle a las demás personas de Cofradía, esto nos va a beneficiar al momento de trabajar ya que vamos hacer más piezas sin perder mucho tiempo”, contó doña María Elisa Hernández.
Hoy en día habitantes de Cofradía se siguen capacitando para mejorar su forma de elaborar sus productos. Antropólogos y otros grupos, siguen ayudando a estas personas para ir actualizando sus diseños y métodos de vender los productos.
“Nosotros estamos organizados en grupo, pero poco a poco nos han venido a dar capacitaciones. Hemos recibido capacitaciones para mejorar los diseños, en placas y en manualidades, todo lo que hacemos lo hemos ido mejorando poco a poco, para hacer más vistosos los diseños”, manifestó María Damiana Hernández, trabajadora del barro blanco.
Llegar a Cofradía y no visitar los talleres del barro blanco es un error que no tienen que cometer. En las vasijas, floreros y animales de barros, se ven plasamados todos los esfuerzos que realizan nuestros compatriotas para poder sacar adelante su cultura y sus proyectos familiares, comprando sus productos los apoyamos y los incentivamos a seguir siendo el orgullo de nuestra nación.