Nuestro país está lleno de colores y texturas que asombran a personas de todas partes del mundo. En los últimos años se han puesto de moda las telas de origen lenca, que sobresalen por sus colores llamativos, por la calidad y su belleza.
Todos conocen estas preciosas telas, pero no saben de todo el proceso que conlleva realizar cada una de estas bufandas, ponchos o vinchas con esta exótica tela. Junto a La Marimba visitamos a las personas que son las encargadas de realizar estas obras de arte, quienes contaron su historia de vida y cómo nació la idea de adentrarse en el mundo de la fabricación de textiles lencas.
Por medio de Marca País y sus colaboradores, pudimos constatar que ciertos lugares de La Esperanza son inigualables y mágicos. Ellos fueron los encargados de llevarnos a esa pequeña aldea que alberga a las mujeres que fabrican con sus propias manos los famosos tejidos lencas.
En la aldea El Cacao, podremos encontrar mujeres emprendedoras de diferentes edades que dedican tiempo y esfuerzo, para poder confeccionar diferentes tipos de tejidos para venderlos en el mercado nacional e internacional, brindando fuente de empleos a varias madres de familia desde los años 70’s en los telares lencas El Cacao.
“Nosotros empezamos a trabajar en los telares desde 1970, en ese entonces solo teníamos un pequeño telar de pañuelos. La gente que venía a visitarnos no creía que nosotros realizábamos este producto”, manifestó doña Enemesia Gonzales, una de las pioneras de los telares en el departamento de Intibucá.
Como es común en toda idea de emprendimiento, iniciar no fue muy fácil, ya que las ventas no se iban dando y los frutos del trabajo no estaban dando éxitos. Pero luego la suerte cambio, y los primeros pañuelos lencas fueron adquiriendo fama en San Pedro Sula y en Tegucigalpa.
Luego de hacerse famosos en varios puntos importantes del país, las solicitudes de telas lencas fueron creciendo. En los 90’s, más mujeres fueron aprendiendo el arte de elaborar estos telares, y decidieron comprar más equipo para elaborar más producto.
“Al principio el negocio era solo familiar, luego varias mujeres fueron aprendiendo hacer tejidos y decidimos comprar más peines para poder trabajar de mejor manera. Fuimos viendo que no nos dábamos abasto con los pedidos y seleccionamos una persona por cada familia de la comunidad para que aprendiera a trabajar con las telas”, relató doña Enemesia.
Trabajar las telas se ha convertido en una forma de vivir para la familia de doña Enemesia y para otros que aprendieron junto a ella, y montaron sus propios telares. Actualmente existen 8 empresas de hilados y tejidos, la más grande cuenta con 23 socios de diversas familias lencas.
Todos los tejidos lencas son elaborados a mano, con la ayuda de un telar de madera. Estos telares que les sirven para realizar las confecciones, son hechos por ellos mismos para facilitar el trabajo. Acortando el tiempo de cada prenda que realizan diariamente.
El uso de estas telas se ha convertido en una de las características más representativas del vestuario de los habitantes del departamento de Intibucá, convirtiéndolos en personas con una indumentaria llena de color y que abarcan una noble tradición.
Cientos son los visitantes que llegan a los telares y se van fascinados por la diversidad de productos que realizan están mujeres. Manteles, chalinas, ponchos, bufandas, pañuelos e incluso centros de mesa con los colores representativos de la cultura lenca son apetecidos por los visitantes que llegan a presenciar el trabajo de estas mujeres, que lo dan todo por sacar adelante a sus familias.
“Nosotros sabemos todo el trabajo que realizamos, y lo hacemos con el propósito de sacar adelante a la familia y también con el objetivo de tener la oportunidad de poner a estudiar a nuestros hijos”, contó muy orgullosa doña Enemesia.
Estas empresas son un importante ingreso económico para las familias, llegando a convertirlas en empresas familiares que son cien por ciento sostenibles. Distintas generaciones han ido aprendiendo el arte de la tela, claro ejemplo es María Carmen Domínguez, hija de doña Enemesia, que actualmente sigue los pasos de su madre.
“Llevo 6 años trabajando en las telas. Este trabajo me ha ayudado a sacar adelante mis hijas, ya que están estudiando. También con las ganancias me ayuda a realizar otros trabajos, como sembrar papa, maíz y frijoles para también poder vivir de la agricultura”, relató María.
La tercera generación que se dedicará a la confección y a trabajar la tela ya está dando sus primeros pasos dentro de los telares. Nietas de doña Enemesia, quien fue la precursora de esta innovadora idea de emprendimiento, ya están poniendo manos a la obra elaborando sus primeros pañuelos para poder venderlos en el mercado.
“Mis hijas ya están dedicándose a la confección de las telas, como los hemos hechos todos los hijos y familiares de mi mamá y espero que en un futuro ellas sigan enseñando a sus futuros hijos y a demás familiares, ya que la tradición tiene que seguir para adelante”, comentó María Domínguez.
Todo el trabajo que realizan estás mujeres luchadores, se puede ver en los productos de alta calidad que confeccionan. Los precios son muy accesibles, no se compara con las horas de esfuerzo que dedican para elaborar estos bellos productos.
Querer es poder, y por su valor y empeñó felicitamos a estas guerreras lencas, que día con día usan sus manos para elaborar estas bellas prendas que son representativas del departamento de Intibucá y cuando salen del país, representan a nuestro país con mucho orgullo.