El Estadio Nacional se vistió de gala para recibir la final de ida de la Liga Nacional. Motagua y Olimpia, disputaron un gran partido, dejando un buen sabor de boca para el partido de vuelta que se llevará a cabo el próximo domingo en este mismo lugar.
Pasión, color y un toque de locura, pusieron las aficiones más grandes del país cuando les tocó alentar a su equipo. Quedando demostrado que aficionados de ambas instituciones deportivas pueden convivir en paz, sin ocasionar ningún disturbio o problema.
Gritos y cánticos no pararon durante los minutos de juego, ambas aficiones realizaron un gran espectáculo, poniéndole color a las gradas exhibiendo banderas, mantas, bufandas y dando ritmo con trompetas y bombos.
La rivalidad solo tiene que ser en los minutos de juego, ya que fuera de las instalaciones deportivas todos remamos hacia el mismo lado, y buscamos el bien de una sola bandera, que vislumbra 3 franjas, 2 colores y 5 estrellas, por los cuales luchamos día a día.
Dicen que recordar es vivir, y quién no recuerda esos días de gloria del fútbol hondureño cuando los aficionados llenaban los estadios, sin importar que fueran partidos de las vueltas regulares, semifinales o las tan ansiadas finales.
Hoy se respiran nuevos aires, podemos constatar que a la gente gusta ir al estadio y pasar un rato ameno con la familia, amigos o en pareja. Ir al estadio es escapar de los problemas por 90 minutos y un poco más.
En la final pudieron convivir aficionado de ambos equipos sin ningún problema. Grupos de amigos se reunieron, se pusieron de acuerdo y decidieron ir al estadio a vivir una fiesta en paz, mandando un claro mensaje a toda Honduras, que la riña futbolística se queda en la cancha.