Los abuelos en Honduras deberían gozar de un retiro que les permita vivir tranquilamente, pero aún así ellos no se quejan y trabajan en medio del impresionante calor de Tegucigalpa.
El estadio Tiburcio Carías Andino esconde cientos de historias, desde los vendedores de comida que hacen el día cuando hay partido, hasta los señores que venden productos en las afueras del estadio, personas que solas han sabido salir adelante y enfrentar el día con una sonrisa, que sacan su negocio a las calles y trabajan bajo el arduo sol. Sin duda alguna hay tantas anécdotas que desconocemos en Tegucigalpa.
Así como esas historias tenemos hoy la de Alfredo Salgado, un señor de 68 años que vende productos de limpieza de automóviles, frente al Estadio Nacional. Lo vas a encontrar por el portón de camerinos vendiendo productos de limpieza.
Don Alfredo es un hombre de edad avanzada y nos corresponde como ciudadanos ayudar a que su vida sea más tranquila y agradable, es por ello que si lo ven por ahí les invitamos a que compren su producto y le ayuden en su diario vivir.
Para llegar a su puesto de trabajo, la cosa no es tan fácil que digamos, reside en Carrizal Norte y toma el transporte para llegar a ubicarse en esta esquina cerca del mayoreo.
A las 6 de la mañana ya está arriba listo para comenzar un día lleno de trabajo y esfuerzo, si lo vez te invitamos a que le comprés su producto e igual te podés echar una platicadita junto a él y te vas a sorprender con sus anécdotas de Vida.
Sí, de Vida con mayúscula, pues don Salgado nos cuenta que cuando tenía 15 años estuvo en el equipo ceibeño, Vida, pero luego tras una fractura en su rodilla derecha dejo de lado el fútbol. La familia de don Alfredo no vive con él y le ha tocado vivir la soledad de una habitación.
Para llegar aquí no la ha tenido tan fácil pues ha tenido que probar vender su producto en lugares como el Guanacaste, Barrio la Joya, el Morazán, para finalmente posicionarse en un lugar donde hay afluencia prudente de personas.
Me ha impresionado como algunas veces nosotros nos vemos pidiéndole rebaja a personas como este señor, que con esfuerzo logran poner su negocio, mi recomendación para todos aquellos es que compremos sin mirar el precio de estos vendedores ambulantes que difícilmente logran levantarse para ir trabajar.
Así conocemos otra historia más de un emprendedor que no se queja y no ha puesto muros por su edad, deberíamos tomar el ejemplo.
Sin duda alguna personas increíbles escondiendo grandes historias en la capital.