“Lo que importa es lo bien que camines a través del fuego” –Charles Bukowski
Lo que importa es levantarte aun sin ganas e ir a conseguir que comer. Lo que importa es tener esperanza que algún día todo mejorará, lo que importa es no perder la esencia en el camino, lo que importa es que cada uno de nuestros pasos cuente una historia que nosotros seremos los únicos en comprender.
Diego Martín Aguilar es un señor de unos 50 años de edad que anda por las calles del Parque Central con su cajita para “chainear” zapatos, buscando como pagar los 36 lempiras que le cobran día a día en el lugar donde reside, lustrando para poder comer y seguir por la vida caminando solo y sí que camina solo, nos contó que la vida la ha sabido disfrutar sin nadie más que su propia compañía.
Sin hijos y esposa, vive por él mismo. Lucha para él mismo. Sigue andando por él mismo. Existiendo para él mismo, en el andar de la vida personas como él nos da un sin número de lecciones, aprendemos que los que poco tienen son los más abundantes de corazón, despojados, que comparten lo poco que tienen con quién más lo necesita.
Sale a trabajar desde tempranito, cobrando 15 lempiras por cada vez que un transeúnte le pone los pies con unos zapatos sucios y el resultado termina siendo brillante. Su trabajo lo hace con dedicación, podrás ver cómo inclina su cabeza en todo momento cazando el objetivo, cuidando el más mínimo detalle de su labor, tratando de proporcionar un final magnifico para el andar de otra persona.
¿Tiempos libres? No los tiene, terminando de trabajar se va inmediatamente al basurero que está en el centro a botar todos los deshechos de aquellos que viven cómodamente, él sin embargo, callado hace lo suyo. Sin esperar nada de nadie, siguiendo, luchando, como es la naturaleza humana. Don Diego no ha tenido suerte en el amor, dice que aquellas que se acerca a él no tienen buenas intenciones y solo buscan robarle la paz que tanto le ha costado construir.
Sigue por la vida andando, a pasos cansados pero firmes. Insistiendo en existir en este mundo que a él no le ha tratado bien, pero de Don Diego no vas a encontrar ninguna queja. No nos pudo contar más, entendemos que a veces es mejor guardarnos todo para nosotros, tratando de no quemarnos en el proceso.
Me pregunto qué se habrá guardado Don Diego, ¿Qué no habrá dicho?, cuánta historia esconden las personas que vemos por ahí, luchando hasta el cansancio, a veces sin siquiera ponernos en sus zapatos ya tomamos una idea de lo que duele su caminar.