Este pasado domingo 25 de noviembre hemos perdido un alma irremplazable en Honduras, una mente intrépida, llena de conocimiento. Un autor y escritor intelectual, fugaz e irrepetible. Todos hemos sentido la perdida de Rolando Zelaya y Ferrera, Historiador, Licenciado en Arqueología y Antropología.
La vida en ciertas ocasiones te sorprende con seres humanos como Ferrera, así de únicos y maravillosos. Seres que nacen para dejar un legado, marcar la historia de un país y tocar corazones de miles de personas a través de sus palabras, entrega y sacrificio.
Rolando Zelaya y Ferrera fue un licenciado en Historia con Doctorado en Arqueología Histórica y Arqueología y Patrimonio Cultural. Recibió créditos en Antropología, Etnología y fue también portador de un doctorado Honoris Causa en Informática y Museológica.
Conocido por impartir clases en varias universidades del país: Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Universidad José Cecilio del Valle, Universidad Pedagógica, Universidad Tecnológica Centroamericana y siendo partícipe de la consultoría de las Naciones Unidas en Honduras. Escritor para revistas como; Diario La Tribuna y Hablemos Claro, teniendo también un segmento en la cadena de medios de comunicación ‘Televicentro’, llamado Historia de la Historia.
A veces deseamos una oportunidad más para decirle a aquellas personas lo grandiosas que eran, no les expresamos como ayudaron a cambiar nuestras perspectivas y ver más clara la historia, una oportunidad más para decirles que si nos dejaban iban a sin duda dejar una huella gigante en nuestras vidas y una oportunidad más para agradecer todo lo que aportaron a nuestras vidas.
Rolando Zelaya y Ferrera dejó su legado en nosotros, un pedacito de su ser en cada uno de aquellos que una vez le conocimos, que disfrutamos sus clases a las 11 del mediodía, donde lo primero que nos decía era:
“Si de verdad quieren aprender de historia quédense aquí y si no, pueden cambiar de clase”
Mi experiencia con el licenciado fue amena, nos hacía a todos prestar atención y viajar a través del tiempo, una clase de 1 hora con 20 minutos en el que salías impresionado por lo que aprendías y todo el tiempo habías pasado por alto.
Licenciado, será siempre eterno en nuestros corazones. Un abrazo al cielo.
Fuente: Biblioteca Virtual