Migrantes, no sean papos, háganle caso a Nelly Jerez (y al mural)

Por RAMÓN LÓPEZ P.

Feliz en su burbuja, Nelly Jerez desconoce que miles de Hondureños se van al norte por un par de razones: porque no tienen empleo; porque viven bajo el peligro diario de ser asesinados por la Mara Salvatrucha 13 o el Barrio 18; porque lo que ganan no les ajusta ni siquiera para pagar la canasta básica familiar; o no cuentan siquiera con agua potable y energía eléctrica.

Claro que Honduras es bella, especialmente si usted anda en un carro con aire acondicionado, le abre la puerta su chofer, tiene el clóset hasta la pata de ropa carísima, va de vacaciones a Europa y tiene una chamba en la que le pagan buen billete por hacer, entre otras cosas, un “conmovedor”, mural sobre la migración.

¡Aplausos para la señora viceministra de Relaciones Exteriores.

Claro que el camino hacia Estados Unidos es de muerte. Pero, ¿y no lo es vivir en Los Pinos, La Ulloa, Flor de Campo, Suyapa, 3 de Mayo, Cantarero López en Tegucigalpa?

¿En la Rivera Hernández? ¿Choloma? ¿Villanueva?

Pero desde la primera clase del avión todo se ve tan distinto mientras se toma una copita de vinito.

Un mural de tercer grado no tiene ningún impacto en la decisión de cientos de miles de hondureños que viven en la pobreza y en la miseria.

¿Qué esperanzas puede tener un hondureño que ve todos los días los escándalos de corrupción (Seguro Social y Pandora, por mencionar solo dos), y que el dinero que debería servir para construir hospitales, escuelas y viviendas fue utilizado para que unos pocos léperos se dieran la gran vida?

Pero nos quieren hacer creer que la gente se va porque se le pelaron los cables, porque es como ir a “pijinear” o porque es un hondureño papo que no se da cuenta de la maravilla de país que tenemos.

Sí, es un país bellos, con Roatán, las Ruinas, Pico Bonito, La Mosquitia, Tela, La Ceiba, las comidas, los bailes, pero, ¿cuántos hondureños se pueden dar el “lujo” de viajar y disfrutar de esos lugares?

¿Cuántos?

Una campaña sobre la migración, en primer lugar, debe ser hecha con los pies sobre la tierra. Después de eso, hablamos.