Al igual que el resto de deportistas hondureños, Kevin Mejía entrena casi con las uñas, con poco apoyo de la empresa privada y del Estado.
Motivos para correrse ha tenido de sobra, pero su corazón ha sido más fuerte y ha doblegado las frustraciones. Lo que este luchados grecorromano nos dice es que los hondureños somos capaces de lograr grandes cosas a pesar de todo.
Sí, es cierto: hay corrupción hasta para exportar, pero también hay buenos hombres y mujeres, personas con valores y ética que nos llenan de esperanza.
¡La lucha no está perdida!
En silencio, casi un desconocido para su propio pueblo, Kevin fue a los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se realizan en Barranquilla y llegó a la gran final.
Lamentablemente perdió ante el venezolano José Pérez, pero la plata que ganó vale ORO.
Kevin no llora, Kevin no se queja, Kevin no tira la toalla. Cada día se levanta a luchar por sus sueños, porque esa es la trinchera desde donde puede hacer grande al país.
Ojalá que ahora las autoridades le den el apoyo total que se merece, porque Kevin tiene un potencial enorme. ¡Felicidades, campeón!