Estaba haciendo fila en la caja de un supermercado ubicado en Miraflores y si ya se ubican pues ya saben la “rapidez” con la que cuenta los cajeros en ese lugar.
Usted perfectamente puede hacer amistades porque es tanto el tiempo que usted espera que no le queda de otra que cruzar palabras con la que esta adelante o atrás de usted.
Pues está vez me tocó hablar con las chavas de adelante, sí, en esta ocasión eran dos, por cierto, muy guapas las cipotas y súper chispa, andaban de jeans, camiseta y tenis y una de ellas una cartera cruzada.
La plática empezó que no querían ir mañana (o sea hoy lunes) a la universidad.
Estuvimos hablando como unos siete minutos, cuando les tocó el turno de pagar, sacan las cosas de la canasta que era un litro de leche, una barra de pan molde, un jamón y dos paquetes de toallas sanitarias.
La cajera pregunta lo mismo de siempre “Buenas tardes, ¿con nombre su factura?”. Las cipotas le dicen que no y pues empieza a cobrar, cuando ya termina de cobrar y empieza a empacar se acerca dos guardias y les dicen “Abrí esa cartera”.
Las chavas, la cajera y yo nos sorprendimos al ver que de la nada se presentaron estos dos guardias de seguridad, y repitieron “Abrí esa cartera”.
Terminaron de decir eso y los guardias le jalaron el brazo a una de ellas quitándole la carrera.
De inmediato le sacaron todas las cosas de la cartera y encontraron un esmalte color rojo.
Pero hagamos paréntesis a todo esto, TODO ( sí, así en mayúscula, léalo) todos los que estábamos en el bendito supermercado ya se había dado cuenta de que las chavas habían agarrado un esmalte y no lo habían pagado, los guardias las tenían agarradas a cada una de un brazo y uno de ellas diciéndole “LADRONAS”.
La cajera, muy amable, les preguntó si lo iban a pagar, y una de ellas le dijo que lo iban a dejar porque no andaban más dinero.
Los guardias siguieron insultando aún más diciendo cosas como “caminan agarrando las mierdas y ni dinero tienen para pagarlo, llama a la Policía para que se las lleven”.
En eso yo me metí y dije: “Yo voy a pagar ese esmalte, (el esmalte costaba 42 lempiras) y las deja ir”. El guardia, un perfecto malcriado, me dijo “Aunque usted lo pague no las vamos a dejar ir… ya viene la patrulla”.
Yo sé que esta frase va a sonar muy trillada pero la tengo que utilizar, AUNQUE USTED NO LO CREA, la Policía llegó en menos de 10 minutos con seis agentes, entraron con su prepotencia preguntando “¿Estas son las ladronas?”. Las “enchacharon” y las sacaron al estacionamiento para subirlas a la paila y llevárselas a declarar.
Seis policías, dos guardias y todo el supermercado se dio cuenta del ROBO DEL AÑO… “Un esmalte de 42 lempiras”.
Fue inevitable pensar qué mal la pasaron los implicados en el caso Pandora, si se hizo gran escándalo por 42 lempiras, no digamos por más de 200 millones de lempiras, me imagino que llegaron varios batallones para efectuar su arrestó y ni pensar como los trataron. (SARCASMO).
No es que esté a favor de que las chavas se robaran el esmalte, no me mal interprete, pero si con esa rapidez de la Policía y la integridad de los guardias actuáramos para los que caminan con sacos y corbatas, créanme que la historia seria otra.