Estimado señor Arnold Cruz.
Supe por mi papá que ahora es el nuevo gerente de la Conapid. Por cuestiones de edad, tuve que preguntarle a mi papi quién es usted.
Mi papi me cuenta que usted fue el primer legionario que llegó a la MLS, que jugó en muchos equipos en el extranjero, en México, Costa Rica y Argentina.
Además capitán del Olimpia y de la selección que le ganó a México en el Morazán en 1996 con goles de Pavón y Bennett, también me contó que usted iba a tirar el penal y el “Balín” le quitó la pelota de las manos para vencer con un puntazo a Jorge Campos.
Dice que usted solía entrar con mucha fuerza al adversario, pero que no era malintencionado, también que logró hacer unos pases de taquito en las eliminatorias mundialistas que quedaron frescos en la memoria de los aficionados que añoraban volver al mundial después de España 82.
También me dijo que anotó 3 goles con la “H”en el pecho y que todos fueron unos golazos, en resumen; mi papi me dijo que usted es un jugador ejemplar, admirable y considerado en el 11 histórico del Olimpia y para él, de la selección nacional de Honduras.
Quedé admirado con toda su historia, me puse a ver videos en YouTube y me fijé que jugó en las mejores canchas, en los mejores estadios, con los mejores uniformes, con los mejores tacos.
Así es como nos gustaría jugar en las ligas menores, con canchas engramadas, aunque sean sintéticas, con luz artificial para evitar jugar al medio día con ese sol que desmaya a cualquier jugador profesional.
Con uniformes que valgan la pena, que nos hagan soñar en llegar a ser como usted, una leyenda del fútbol de Honduras.
Los balones señor Cruz, jugamos con unos que dan pena, no podemos jugar y desarrollarnos así.
Jugamos en canchas que cuando no llueve, es más dura que cualquier piedra y cuando llueve, quedamos llenos de lodo de pies a cabeza, la pelota no corre y nos lesionamos a nuestra corta edad.
Quisiera que en su gestión nos ayude a desarrollarnos, que le apueste al fútbol menor, a los niños; a los que crecimos admirando jugadores de su talla, mi papá lo admira demasiado y me transmitió esa admiración mientras hablaba de usted.
Por favor, ayúdenos; necesitamos crecer y soñar en canchas que valgan la pena, con uniformes y zapatos que hagan nuestro sueño más fácil.
Atentamente:
David.