Por culpa de Marlene Alvarenga, el PAC es un partidillo insignificante, sin peso y sin seguidores. Pero ella cree que, en sus delirios de grandeza, que es como el Partido Demócrata de los Yunai.
Osman Chávez, quien jugó dos Mundiales con la H, es un hombre decente, cabal, de principios. Todos los partidos políticos deberían tener más gente como él.
Desde el primer día, Osman mandó una señal: actuaría por principios y su amor a Honduras, y no por mezquinas ambiciones.
Aunque pudo integrar la junta directiva del Congreso Nacional (a la mayoría se le quema la miel por un cargo allí), Osman dijo que no.
Marlene Alvarenga, quien casi hace desaparecer al Partido AntiCorrupción en las elecciones generales, quería que Osman, “a huevos”, aceptara un cargo en la junta directiva, donde se da mucho del teje y maneje legislativo.
Pero Osman -convertido hoy en una voz de la comunida garífuna-, no se dejó doblegar el brazo.
Entonces, lo más fácil es expulsarlo, porque así son muchos políticos, con una mentalidad de “Si no me besás los zapatos, no me servís”.
Osman Chávez pudo jugar con Dios y con el Diablo, pero sus principios le hicieron tomar una decisión: Se quedaría con Dios.
Él hizo bien. Marlene Alvarenga hizo mal.
Pobre PAC. Después de que nos dio esperanza quedo convertido en un partiducho que da risa.
Curioso: al que acusan de dictador no anda expulsando a nadie de su partido, mientras que en el PAC, en la Alianza y en el Partido Liberal se la pasan como mercaderes, lanzándose insultos y amenazando con expulsar a todo aquel que, como Osman Chávez, actúan con dignidad.
