Cuando la gente dice que agoniza el fútbol en Honduras, veo la imagen y concuerdo al 100 %, ni el optimista más grande puede argumentar lo contrario con fundamentos.
Los futbolistas de Lobos UPN no se pudieron cambiar en el camerino que utiliza el Real España porque la llave nunca apareció ya que el club aurinegro no lo presta. El estadio no le pertenece a la “máquina” aunque al parecer ponen candado a la puerta con el beneplácito de Inmude.
Argumentan que le hicieron arreglos al camerino pero al final del día, NO le pertenece al aurinegro por lo tanto debe ser prestado a cualquiera que llegue al Estadio Morazán.
¿Por qué se rehúsan a prestar lo que legalmente no es de ellos? Algunos equipos se comportan como cavernícolas y los destruyen porque en Honduras así somos, nos vale 5 mil hectáreas de pelos de axila si destrozamos lo ajeno y hasta lo propio.
Terminaron alistándose como si era potra entre ‘aleros’ en una cancha de fútbol rápido. Esto me parece de Ripley, fuera de serie, increíble y posiblemente solo ocurra en el desastre de liga que tenemos. Qué fácil pisotear a un equipo chico, qué fácil escogerlo para pasarle por encima y humillarlo ante todo el país.
Nuestro fútbol es más amateur que profesional, gris comienzo de 2018, parece que nuestros líderes se aferran a la meta de años anteriores: hundir la Liga Nacional.
Cada jornada retrocedemos, cada jornada sufrimos y no aparecen los personajes llamados a corregir el camino. Todos jalan agua a sus propios molinos aunque pisoteen a los demás y ya estamos hartos de dirigentes amateurs en constante pelea con otros directivos que juegan a ser líderes de clubes “profesionales”.
Si usted cree que su equipo está exento de este y otros problemas de la liga, se equivoca, no saque la bandera de la clase y altura porque en Honduras no existe un club que se comporte con hidalguía. La liga desde sus raíces hasta el detalle más insignificante, es una vergüenza.
Marathón es un pésimo anfitrion en el “Yankel”, el España ayer falló garrafalmente y ya me tienen harto estos dos.
Guerra estúpida e innecesaria entre dirigentes inmaduros que se llevan de encuentro a otros y colaboran a la destrucción de un fútbol que necesita héroes, no villanos.
¡Qué penoso ! ¡Cuiden el fútbol!