Las tomas de las carreteras a nivel nacional están a la orden del día, y aunque algunos lo ven como algo dañino para el futuro del país otros lo toman como un mal necesario. Para muestra un botón.
Un motociclista sufrió un accidente por culpa de los escombros que estaban en la calle gracias a una manifestación; sufrió leves golpes y su moto también salió dañada, por lo que no podía movilizarse.
Curiosamente en ese momento estaban transmitiendo en vivo para uno de los canales más importantes del país, y cuando entrevistaron al hombre sucedió algo que pocos esperaban.
-Periodista: Usted se ha accidentado a raíz de esta situación…
-Motociclista: Es correcto, pero es un bien para el pueblo. Me caí, pero es un bien.
-Periodista: Pero usted viene nervioso y se resbala. Muéstrenos sus manos cómo le han quedado…
-Motociclista: ¡No importa! ¡No importa!
-Periodista: ¿Se molestó por las tomas?
-Motociclista: Se está luchando por el pueblo, es un derecho.
-Periodista: ¿Se le daño la motocicleta?
-Motociclista: Sí, pero no hay problema.
¿Curioso, cierto?
Después de lo sucedido con el accidente cualquiera pudo pensar que este hondureño estaba indignado por las tomas de carreteras, que odiaba a los manifestantes o cualquier otra cosa relacionada al respecto, pero nadie contó con su CONVICCIÓN.
Su opinión; acertada o equivocada, eso es lo de menos. Cuando crees en algo tenés que defenderlo, y créanme, su reacción ante las cámaras fue ejemplar.
Bien lo dijo en su momento el filósofo y ensayista español, José Ortega y Gasset:
“Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión”.
Obviamente antes de estar convencido de algo debemos hacer un previo análisis; después tomar una decisión y defender nuestro pensamiento… ¡De eso se hace el ser humano!