Lo que debería ser una fiesta electoral se ha convertido en algo que ha traído al país angustia, temor y muchas preguntas, mismas que por ahora no tienen respuestas.
El domingo se llevaron a cabo las Elecciones Generales 2017 en busca de las autoridades nacionales para los próximos cuatro años, teniendo como claros favoritos a Juan Orlando Hernández (En busca de la reelección) y Salvador Nasralla como parte de la oposición.
En el primer conteo oficial la Alianza de la Oposición tomó ventaja y se perfilaba como el claro ganador, pero créanme, esto apenas estaba comenzando.
En el Partido Nacional no aceptaron dichos números y se aferraron los datos que “ellos manejaban”, afirmando que al final del conteo sería JOH el elegido como presidente por la población.
Bueno, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) al parecer está haciendo bien su trabajo, y tras pasar horas y horas de revisión de votos la diferencia entre Nasralla y Hernández se ha reducido, algo que muchos ven sospechoso.
¿Por qué tanto hermetismo? ¿Por qué el domingo se tardaron en dar los primeros resultados? ¿Será que hay remontada?
Señores y señoras…
¡Estamos perdiendo la cabeza!
De acuerdo a información por parte del Tribunal Supremo Electoral el ganador oficial se conocerá hasta el jueves, cuando se termine el conteo respectivo de las últimas actas.
Hasta ahí todo normal (Aunque para algunos es sospechoso), pero el verdadero problema no es este, sino la postura que están tomando el Partido Nacional y la Alianza de la Oposición.
Tal y como si fuéramos peones en una partida de ajedrez nos están mandando a las calles, ya sea en una “Marcha de la Victoria” o “Protesta para que den los resultados oficiales”.
En pocas palabras: Nuestra Honduras es una bomba de tiempo.
En lugar de llamar a la calma e intentar mantener la paz los dos partidos políticos generan temor con respecto a lo que pueda suceder.
¿Se imaginan que el jueves declaren a Juan Orlando Hernández como el ganador?
Ese es el peor panorama que nos podemos imaginar, ya que por todo lo que ha pasado quedaría la sensación de un fraude, y la Alianza no hará caso omiso de ello. La culpa de todo es del Tribunal, por no saber manejar un tema tan delicado y dejar espacio a la imaginación.
