Por RAMÓN LÓPEZ P.
A Mario Reinieri González lo asesinaron pandilleros de la 18. Lo sentenciaron porque era activista del Partido Nacional.
Luego de quitarle la vida, le dejaron un letrero: “Este es un ejemplo para los que apoyan a JOH”.
A excepción de los miembros de su propio partido, nadie más lamentó o condenó este asesinato, ni pidió a las autoridades capturar cuanto antes a los responsables.
A ese nivel ha llegado la polarización de la sociedad hondureña. Se llora y se condena el asesinato de alguien si es de otro partido que no sea el cachureco, pero se ve con indiferencia -y hasta con cierta satisfacción-, si la víctima es seguidora de JOH.
Eso es doble moral.
Cualquier asesinato debe provocar el repudio de la sociedad. Y en el caso de González, a quien llamaban cariñosamente Papucho, no debe ser distinto.
¿Qué hubiera pasado si el asesinado era militantes de la Alianza de la Oposición? Con toda seguridad, sus líderes hablarían de una escalada de represión del Estado. Pero como Papucho era cachureco, pues bah, no hay que pararle bola.
Los hondureños nunca aprendimos las lecciones del golpe militar que le dieron a Mel, y nos dividimos en buenos y en malos.
(Los golpistas, vestidos de blanco, se autoproclamaban como los buenos y los patriotas, y señalaban a los “ñángaras” seguidores de Mel como los malos de la película; y éstos, a su vez, se autoproclamaban como los buenos y patriotas y señalaban a aquellos de no amar al país).
Tildar como corrupto o vendido a todo aquel que sea nacionalista, y argumentar que sólo se ama al país y se es honesto si uno grita “Fuera JOH” son, en mi opinión, aberraciones de un sectarismo político que no tolera que otros piensen distinto.
Lamentablemente, los insultos y señalamientos entre hondureños no terminarán el domingo de las eleccions, sino que más bien se incrementarán. Y eso es peligroso porque puede desencadenar en violencia.
A Papucho ya le habían advertido los pandilleros que lo iban a asesinar por su activismo político a favor de JOH. Obviamente, a estos delincuentes no les ha gustado que a sus principales líderes los hayan enviado a cárceles de máxima seguridad, ni las incautaciones a sus bienes.
Ojalá que aquellos que se dedican a descalificar o a sembrar el odio reflexionen después del asesintao de Papucho, un hombre que tuvo sus ideales y que, hasta donde sabemos, no le hizo daño a nadie.
Repudiamos su asesinato, así como el de cualquier otro hondureño sin importar si es azul, rojo, de oposición, ateo, religioso, olimpista, joven, viejo, hombre, mujer, niño…
¡Ni un Papucho más convertido en estadística!
Y nuestra solidaridad con su familia.