Por RAMÓN LÓPEZ P.
Un joven fue asesinado y hay seis personas que saben cómo sucedieron los hechos y quién fue el que disparó el gatillo.
Mientras no digan la verdad, los seis merecen estar en la cárcel.
Los padres de los implicados juegan un papel clave para esclarecer el asesinato de Carlos Collier. Como padre que soy, me pongo en su lugar, y sé que sufren, porque las personas que más aman están metidos en un problema serio.
Ningún padre educa o forma a su hijo para que asesine a otra persona, lo envuelva en una sábana y lo lance a un basurero.
Pero eso es lo que hicieron estos muchachos y deben pagar por lo que hicieron.
Es una decisión dolorosa; sin embargo, no deben permitir que el asesinato quede en la impunidad. Si la decisión es “proteger” a sus hijos, deben saber que serán señalados de por vida por la sociedad y tendrán nuestra condena moral.
Los implicados mienten. Y eso hace que cada uno sea sospechoso, al punto que uno se pregunta si no fue algo planificado y no un acto espontáneo ocurrido en medio de una discusión.
Carlos Collier ya estaba durmiendo en su casa y sus “amigos” lo fueron a convencer para que saliera. ¿Ya tenían en mente asesinarlo? Mientras no sepamos la verdad, tendremos esa duda.
Si fue por una mujer o un pleito de drogas es irrelevante, en especial para los padres de la víctima, quienes pelearán como leones hasta que sepamos la verdad. Y nosotros los apoyaremos porque creemos firmemente en que es lo correcto.
Los implicados (el asesino y sus cómplices), han manchado de sangre y de vergüenza el nombre de sus familias, y cuando estén en un lugar público escucharán el murmullo de “Ese es el papá del asesino de Carlos Collier”.
Padres: Si ustedes saben la verdad, o han hecho cosas para que ocultar lo sucedido, entonces ustedes también son cómplices de asesinato.
Los padres de Carlos Collier no son sus enemigos. Ellos sólo exigen justicia. Comiencen demostrando solidaridad con ellos, den la cara, obliguen a sus hijos a asumir las consecuencias de sus malos actos, oblíguenlos a decir la verdad, porque eso es lo decente, lo correcto, lo que hacen las personas de buen corazón.