Por: Ramón López P.
Tengo hijos y no me imagino perder a ninguno de ellos de una manera trágica y le pido a Dios y al universo que sea yo quien se vaya de esta tierra antes que mis hijos. No soportaría un dolor tan fuerte como ese.
Es una barbaridad lo que le hicieron a Carlos Collier Núñez, pero es más barbaridad la frialdad y lo calculadores que son todos los implicados en este HOMICIDIO, porque nadie se suicida pegándose dos tiros. Si yo me he levantado de la cama, me he pegado un “cachimbazo” en la esquina de la mesa de noche y he quedado pendejo del toque.
No digamos con un tiro alojado detrás de la oreja con salida en la sien y después de eso queden fuerzas para hacerse un segundo disparo lejos de donde entró el primero.
Viendo la cara de esos “angelitos” se me ocurre que el egoísmo y la frase aquella que dice: “Qué cada quien salve su pellejo” debería ser aplicada de inmediato.
Dicho de otra manera, que los cinco, o seis o siete implicados, los que sean; comiencen a cantar uno por uno con el fin de salvarse y comerse la menor cantidad de años en la cárcel.
Digo esto, porque estamos en un país que no olvida nada y sataniza todo, estos muchachos en conclusión, ya se jodieron la vida por completo.
¡Hablen “blancas palomitas” por el bien de Honduras, el alma de Collier, por el dolor de sus padres y quizá la sociedad les perdone un “16” y puedan caminar tranquilos algún día por la calle sin ser “pulverizados” con las miradas hirientes!
