Fernando Torres tiene 27 años y pasó por distintas situaciones que al final lo hicieron más fuerte, demostrando que sí se puede salir del hoyo que el alcoholismo. “Nano”, como lo llaman su familia y amistadas, decidió hacer un cambio radical en su vida y convertirse en un hombre de verdad -como él lo dice-, con la ayuda del padre Ferdinando Castriotti. Esta es la historia de alguien que tocó fondo, pero volvió a nacer.
¿Fuiste alcohólico?
Podemos decir que sí, me encontré en una situación delicada con el alcohol, en la que sin darme cuenta me perdí y me excedí.
¿Cómo fue esa etapa de tu vida?
Me toco ser papá a los 17 años y por segunda vez a los 18, cosa que como era de esperar no podría llevar adelante solo, tuve siempre la ayuda de mis padres en ese aspecto y sobre todo en lo económico, y a pesar de todo tenía también el ánimo de querer salir adelante como persona y ahora también como padre, pues lo hice por un tiempo, trabajaba de día y estudiaba en el colegio de noche.
Después de eso llegaron los problemas y un día tome la decisión de quedarme solo, desde ese instante sentí no tener ninguna obligación o responsabilidad, empecé a salir más frecuentemente, a tomar alcohol, a consumir drogas y cuando de repente volteé la mirada a la realidad ya no había vuelta atrás.
Pasé varias noches en la policía detenido por relajos, por vagancia, por “peleonero”, en fin, conocí personas agradables y también me hice de un par de enemigos por cosas que no tienen sentido ahora, logré graduarme del colegio y en bachillerato en Administración de Empresas y si me preguntás cómo es que lo hice, pues no lo sé ja, ja, ja.
Foto: Fernando ahora es el encargado de la parte deportiva y administrativa de la Casa Juan Pablo II
¿Cómo es que llegaste a eso?
No sabría decirte cómo es que llegué tan bajo, siempre me pregunto por qué lo hice en el momento, pero desde el momento que hacemos las cosas sin pensar en las consecuencias siempre vamos a terminar muy mal.
¿Cuánto tiempo estuviste así?
Aprendí a fumar a los 13 años, luego empecé a experimentar con mis primeros tragos y cervezas pero nada de exagerado, creo que solo me dejaba llevar en ese momento por la curiosidad.
Desde los 14 salíamos a cualquier lugar a beber y a buscar problemas, pero siempre de alguna manera era algo controlable, incluso cuando probé las drogas, era solo por saber qué se sentía, a los 17 me metí de tal manera que ya para cuando tenía 20 estaba completamente perdido.
¿Qué pasó después?
Después de tanto sufrimiento a mi familia, después de vivir cosas que cuando las pienso me avergüenzo y después de que mi papá me llevo a una cita con el párroco de la iglesia Católica de aquel entonces, quien me ofreció una ayuda en uno de los proyectos que él tiene aquí, un Centro de Rehabilitación para jóvenes con este tipo de problemas, pues, decidimos juntos intentar a ver qué pasaba sin estar yo tan convencido).
¿Qué te motivo entrar al Centro del Padre Ferdinando?
Lo que me motivó primero que todo fue el llanto de mi madre, la voz de mi padre que al hablar de mis problemas se quebraba, cuando sentís una verdadera impotencia y estás pidiendo auxilio para salvar la vida de tu hijo, eso creo que me trajo aquí y luego de hablar con el padre Ferdinando decidí intentar cambiar.
¿Cómo fueron los primeros días estando ahí?
Muy difíciles, yo llegué aquí el 18 de diciembre de 2009 y como seguramente pensarás, ¿quién quiere internarse en los días de la Navidad? Eso me hacía pensar en las cosas de afuera, en la vida que apenas unos días atrás estaba viviendo y me hacia los días pesados, difíciles y me quitaban las ganas de seguir.
¿El mensaje del padre y de los colaboradores?
Recuerdo que me dijeron que no era fácil pero que si tenía la voluntad podría hacer cualquier cosa que me propusiera, no solo en ese momento, sino también en la vida, me dijeron “tenés que empezar a ser sincero con vos mismo, a tener un objetivo, a terminar lo que estamos empezando, a empezar a sentir dentro de ti las verdaderas emociones y a expresar aquello que sintieras sin el temor de ser juzgado”.
¿Qué hacías para no pensar en beber?
Trabajaba ja, ja, ja, desde el momento en el que ingresé ya tenía el día lleno de actividades y al estar ocupado, pues, se me hacía más fácil no pensar tonteras.
¿En qué consiste este proyecto?
Consiste básicamente en cuatro ruedas (así las llamamos) trabajo, deporte, música/teatro y voluntariado.
¿Cómo cambio tu vida?
Paulatinamente fui viendo que de algo me servía, aún y con todos los errores que cometí, las veces en las que ya no quería seguir y todo, siempre hubo algo que me detuvo y quiso que mi vida cambiara de una manera radical.
¿Tu familia que hacía?
Mi familia siempre me apoyo en todo, estaban pendientes y nunca se dejaron manipular otra vez como ya lo había hecho antes, siempre estuvieron firmes diciéndome que afuera las cosas estaban peor y que por el bien de todos saliera hasta que estuviera listo.
Foto: alguna de las actividades que hacen en la casa Juan Pablo II
¿Ahora estás del otro lado?
Pasé dos años con dos meses en el proyecto para cumplir con el programa, luego hice una experiencia en Italia, al regresar me probé en un proyecto personal de reinserción social en el Hospital Casa Alivio del Sufrimiento, que también construyó el padre Ferdinando y luego pues me dieron la oportunidad de venir a colaborar a Casa Juan Pablo ll y desde el 2013 aquí estoy tratando de devolver un poco que lo que aquí me dieron.
¿De qué trabajás aquí?
Somos tres: el director (Nico), que lleva el método educativo-administrativo, la parte teatral, además de supervisar que todo funcione en orden, podríamos decir que es él quien pone el equilibrio; Henry que tiene parte del método educativo y los trabajos y yo que ayudo un poco en la contabilidad, en el método educativo y soy encargado del área deportiva.
Foto: Grupo de jóvenes que se están rehabilitando junto al Padre Ferdinando.
¿Si me describís al padre Ferdinando, cómo lo harías?
Es una persona excepcional, un gran ser humano, un buen amigo y que es como lo llaman en El Paraíso un Ángel.
¿Te casaste?
Sí, me case, encontré quién me soporte ja, ja, ja gracias a Dios en noviembre cumplimos 2 años de matrimonio con mi esposa que aprovecho para saludar…¡Te amo!
¿Mensaje a todos los jóvenes o adultos que están pasando por eso?
Nunca es tarde para tratar de cambiar, es verdad que hoy en día la juventud no tiene muchas alternativas, pero cuando uno quiere, puede, yo he visto personas que no tienen nada, que por cosas de la vida han perdido a sus familias, que no tienen algo que los motive ni siquiera a seguir adelante, que creen que ya no hay solución, que ya no esperan nada, los he visto aferrarse a la vida con una voluntad impresionante, los he visto firmes en su convicción de ser hombres de bien o verdaderos hombres, que con un poco de apoyo moral pueden luchar por su superación.
No hay excusas para no poder llevar una vida tranquila, busquen ayuda, quizá aquí no hacemos milagros, pero haremos siempre lo humanamente posible para tratar de ayudar a todo aquel que reconozca tener un problema de adicción y con la ayuda de Dios ponerlo en el camino correcto.
Foto: Fernando y su esposa.
¿Cuáles son los requisitos para entrar ahí?
-Tener voluntad de enfrentar un programa de rehabilitación de al menos 8 meses (fundamental).
-Tener entre 18 y 40 años.
-Hacer uso completo de sus facultades mentales.
-Cumplir con todas las actividades programadas sin queja.
-Obtener una respuesta favorable en la evaluación previa al internamiento.
Y para cualquier consulta llamar al antes de venir para darles una cita en el caso de tener cupos disponibles, estos son limitados (20) debido a que el Centro es completamente “gratuito” y queremos que en el permanezcan las personas que tienen una verdadera gana de cambiar.
Foto: Casa de Rehabilitación.
¿Cómo te mirás en 20 años?
Me veo al lado de mi familia, llevando a cabo proyectos que ya estamos visualizando, que de hecho ya tenemos algunos y porque no apoyando a este tipo de obras para que puedan seguir operando.
Foto: Fernando Torres en Italia.