Dicen que de religión, política y fútbol son temas que no se pueden tocar en este país donde los obcecados abundan y no dan pie a un debate de altura porque se ponen histéricos, bélicos y los que tienen arma en la mano no dudan en descargarla en contra de quien lleva la discusión de su lado.
Me asombró realmente el poder que tienen los llamados cristianos obcecados por el titular que puse a la nota sobre la muerte de Hugh Hefner. Es simplemente aterrador y sin sentido el grado de superioridad que se cargan estas personas solo por el hecho de asistir a una iglesia frecuentemente.
Estar cerca de Dios para las personas vacías, es sinónimo de sentirse superiores a los demás con la potestad de juzgar a las personas con un martillo más grande que el de “Thor”.
Personas equivocadas que tienen ese “poder”, pero cuando se pide ayuda para personas humildes, acilo de ancianos, niños de la calle, discapacitados, obras de caridad en esta revista digital, brillan por su ausencia y no solo eso, ni siquiera se atreven a comentar o etiquetar a los miembros de su comunidad que tanto quieren, defienden e idolatran.
Si Hugh Hefner se puso 27 mil mujeres en el pecho, que bien, felicidades por él, eso no da pie a que señalemos y juzguemos a nadie. Solo Dios tiene el poder de decisión a quien perdonará y a quién condenará.
Aunque pensándolo bien, ya hubo alguien que murió por el perdón de todos nuestros pecados hace más de dos mil años.
Reaccionen y concentren esa energía y ese “poder” para juzgar en ayudar a los más necesitados. Honduras sería totalmente diferente.