Los “quejosos” volvieron a la carga con las tragedias sucedidas en Puerto Rico con el huracán María y con el terrible terremoto que terminó con la vida de más de 230 personas en Ciudad de México, además cientos de personas siguen atrapadas bajo los escombros.
En redes sociales se dieron un festín atacando, criticando y hasta burlándose de las personas que piden oraciones y ayuda para los puertorriqueños y los mexicanos que están sufriendo terriblemente en la Ciudad de México.
El dolor, el sufrimiento no conocen las fronteras, tampoco las conoce las manos y las personas que están dispuestas a ayudar. Sea donde sea. Es de aplaudir a los rescatistas que viajaron a México para prestar ayuda a quien tanto necesita en este momento.
La naturaleza se lleva de encuentro a todos, sin importarle color, raza, religión, estatus social, esto es un mensaje claro que no somos nada, somos absolutamente insignificantes ante el poder que representan los fenómenos naturales.
Los “quejosos” demuestran un vacío en el corazón del tamaño del Estadio Azteca, busquen la manera de ayudar a quien sea, a un niño en el semáforo, a un asilo de ancianos, a una comunidad, ser luz y no oscuridad.
Hay que volverse cada día más humano, tener más empatía con el prójimo y dejar la hipocresía de una vez por todas, sobre todo la terrible costumbre de seleccionar a quien ayudar dependiendo el color de la bandera política que representan.
Incluso llegué a leer: “Está bueno que les pasa a los mexicanos” una xenofobia fundamentada en el fútbol. Cuando la verdad es irrefutable, nos llevan años luz en todo. Y en el deporte rey ni digamos.
Oremos por todos, en el consulado mexicano de Tegucigalpa están aceptando ayudas.
¡Hagan valer su peso con acciones y no quejándose en las redes sociales!
