A pesar de que no fui estudiante del Central Vicente Cáceres, siempre me causa una emoción y escalofríos ver a su banda y palillonas entrar al Estadio Nacional de Honduras.
Desde que anuncian que ya viene el Central, el Estadio empieza a temblar y esto lo digo literal: la gente empieza a gritar, saltar y es imposible no contagiarse de esa energía.
Verlos adentro sobre la pista es otro rollo. La banda de guerra siempre será la mejor que escucharemos, las mejores canciones, mejores pasos y el feeling que los cipotes le ponen, dan ganas de bailar en plena gradería.
Las palillonas son un derroche de belleza por todos lados, por ahí dicen que las chavas más guapas salen del Central, pues equivocados no están, ellas siempre se roban las planas de los periódicos.
Y también se roban las miradas y se ganan los aplausos de todos. Ayer no fue la excepción, pues el estadio, que ya a esa hora estaba medio dormidito, se encendió cuando entró el Central, y el Nacional retumbó de emoción.
¡Viva el Central Vicente Cáceres, la mamá de los desfiles!
Mi respeto para todos y que sigan así todos los años, causándome esa ansiedad por su entrada triunfal.
Fotos: Alexis Hernández.
