Ese domingo era el día: todo el país estaba pendiente del gran partido en la capital de la nación, en la primera catedral del fútbol en Honduras.
El Estadio Nacional recibiría en su césped al ex astro brasileño, Ronaldinho.
Pero, más allá de eso, y más importante -para mí-, fue ver el regreso a la casa azul del eterno capitán, Amado “El Lobo” Guevara y nada más que junto a mi otro ídolo.
Sé que lógicamente todos los reflectores de la prensa estaban puestos en el brasileño de colochos famosos; sé que los hondureños guardaron un dinerito extra para comprar su boleto e ir a ver a una leyenda del fútbol tan grande como él, tal vez por única vez en su vida, no lo sé, lo cierto es que este día era para ver a Dinho.
En mi caso, y estoy seguro que muchos comparten este sentimiento, se me revolvieron más mis pensamientos cuando volvimos a ver la 20 azul profundo corriendo por el verde del Nacional.
¡Woooow, poco más de cuatro años, desde aquel terrible 18 de diciembre del 2013, que en conferencia de prensa el Pedro Atala anunciaba la salida de El Lobo de la institución de sus amores!
Ese día, una parte de la alegría azul se apagó del los aficionados, creí que nunca más volvería a ver jugar a ese crack que durante toda mi niñez admiré y que siempre jugué a que era él.
Pero este domingo otra vez volví a ser niño, volví a ver a mi ídolo del fútbol jugar, a ese que nos lideró a tantos campeonatos, a ese que hasta los vecinos blancos respetaban cuando se ponía la camiseta de la H.
Mi emoción no fue ver al brasileño, mi emoción y mi lágrima fue ver jugar con la 20 al eterno capitán Azul otra vez.
Regate, movilidad de balón, visión de campo, coraje, Amado fue el mismo nuevamente, como si nunca se hubiera retirado.
Su liderazgo y buen fútbol se sintieron en el campo pese a sus 41 años… ¡Y hasta casi anota un gol!
Amado volvió a ser “El Lobo”, y quedó claro que la afición azul quiere la despedida para su Capi.
¡Qué grande Amado Guevara!