¡No estoy de acuerdo con el tipo que le quitó el gorro a Dinho, pero lo entiendo!

Hoy ha sido revuelo que un tipo le haya robado el gorrito a Ronaldinho. Me parece que el tipo, como fan; quería conservar un recuerdo de su ídolo.

No estoy de acuerdo con el robo, pero si lo entiendo. A mí me ha tocado hacer mucho por ver a Héroes del Silencio y a Bunbury en vivo. He logrado estar en conciertos en cinco países distintos siguiendo a estas bandas. De hecho tengo tatuado el símbolo de Héroes y otro tatuaje que dice: “Bunbury”.

De no ser por metido y preguntón no hubiese podido conocer a Bunbury en persona. No me atrevería a robarle algo, pero seguramente si le pediría algún suvenir para conservarlo como trofeo de “guerra”.

Cuando estuvo en Tegucigalpa monté persecución al carro donde iba Bunbury, traté de colarme a todos los eventos posibles, de hecho estuve en la conferencia de prensa sin tener ningún tipo de acreditación.

Y así, he tenido la suerte y los amigos adecuados de mi lado para poder lograr mi cometido. Hoy tengo alrededor de 15 discos y dos libros autografiados por Bunbury, varias fotos y pude regalarle cosas inéditas y exclusivas de nuestro país.

Volviendo la fan que le quitó el gorro a Dinho. Quizá el tipo actuó en desesperación, quiso quedar en la historia, porque eso hacemos los “groupies” hacer todo lo posible por estar cerca de nuestro ídolo, todo el tiempo que sea necesario.

A todos los artistas les han robado, no digamos a futbolistas. Y no les roban por necesidad, les roban porque tienen millones de seguidores que quieren conservar algo exclusivo. Por eso entiendo al tipo que hizo esto.

Se pasó un poco compartiendo en redes sociales el “trofeo”. Es probable que hasta tenga consecuencias legales.

No sean exagerados, ni lo crucifiquen con comentarios. Todos tenemos un ídolo por el cual haríamos cualquier ridiculez con tal de quedarnos con algo de esa figura.

Hasta deberían llevarlo frente a Dinho para que se haga una foto y le devuelva personalmente el gorro que le quitó. Para el perdón de los pecados por el cual se rasga las vestiduras la mitad de los hondureños.