Hay tres obras de Ramón Amaya Amador que, en mi opinión, está encima de las demás: Prisión Verdes, Los Brujo de Ilama y Cipotes. Son libros que todo hondureño debería leer para cultivar el cerebro… y el corazón.
Por eso, el estreno de Cipotes para este 27 de julio será una fecha memorable. Por lo que hemos podido ver en el trailer, la película tiene calidad, lo que es bueno para la industria cinematográfica del país.
Cipotes cuenta la vida de un canillita -Folofo-, y de una cipota, Catica, que viven en la pobreza, pero sueñan con un futuro mejor.
“El gran mérito de las novelas de mi papá es que se han identificado con nuestro pueblo, el hombre, la mujer, el joven humilde común y corriente de nuestro país; desde que salieron las primera novelas prácticamente la situación del hondureño no ha cambiado mucho”, señala Carlos Amaya, hijo del escritor.
Para Carlos Amaya, así como para el resto de descendientes, es de mucho orgullo que sus libros sirven de lectura en las escuelas y ahora son un atractivo del cine; los artistas y los guionistas ven en ellas un material importante para hacer películas, por su alto contenido social basado en la vida real del hondureño.
“La producción filmográfica del séptimo arte en nuestro país está recibiendo mucho apoyo del Gobierno y de la Marca Honduras, así como de otras empresas”, dice Amaya.
Amaya expresó su esperanza de que las otras artes y la literatura reciban este impulso que hoy está recibiendo el cine, pues considera que en los últimos ha tenido grandes dificultades.
Sin embargo, destacó que “debo reconocer que el esfuerzo que se hace por apoyar las producciones nacionales de cine y que trascienda nuestras fronteras, también es una forma de volcarse a la producción literaria”.
Por su árte, Boris Lara, su director y guionista, reconoce el respaldo de JOH, quien está apoyando y creando los espacios y oportunidades para que el cine hondureño pueda realizar sus proyectos, así como del Consejo Nacional de Inversiones, a través de la estrategia de país, Marca Honduras, que permitieron un rodaje, producción y posproducción satisfactorios.
Afiche de Cipotes, la película hondureña más esperada del año.
La novela del escritor lleva vendidos más de 60 mil ejemplares desde que salió a la venta en 1959; es un libro de vigencia actual, ya que cuenta la realidad que vivían y continúan viviendo, a través del tiempo, los niños de bajos recursos en el país.
De acuerdo a Boris Lara, no ha sido nada complicado llevar la obra al cine, porque, pese a que es un libro escrito en 1959, sigue vigente en la realidad del país, porque los problemas sociales de este tiempo continúan muy parecidos a los de aquella época.
“Entonces, al adaptar la novela a los tiempos modernos nos vimos con la facilidad de que no cambiado mucho la problemática de la niñez”, indicó.
“Lo importante en la historia es que vemos cómo, contra todas las dificultades, la esperanza de los niños nunca se pierde, y ellos dentro de su precariedad de vida siempre ven de manera positiva y tienen ganas de superarse”, señaló Lara al enfatizar en que ellos hacen lo posible por seguir luchando contra todo lo que está mal, para salir adelante.
Otra de las escenas de la película Cipotes de Ramón Amaya Amador.