Una mujer de voz suave, pero de carácter y una serenidad que no logra ser perturbada por la sala de redacción de un periódico -que es el lugar más caótico y estresante del mundo-; así es doña María Elena Rodríguez, la eterna secretaria de EL HERALDO.
Ella logra lo que parece imposible: ordenar las misiones de periodistas, fotógrafos y motoristas, con una mezcla de dulzura y firmeza, y aún así le queda tiempo para hacer mil cosas administrativas.
Doña Mary, como la llamamos todos lo que hemos trabajado con ella y la queremos, es pieza fundamental de diario El Heraldo, y si no fuera por ella, la oficina sería como una torre de Babel, es decir, un verdadero cagadal en el que medio mundo haría lo que le viniera en gana.
Es una de las fundadoras de El Heraldo (26 de noviembre de 1979, 38 años). Es, como se dice, parte del inventario de la rica historia del mejor diario del país.
Me consta que doña Mary es una mujer con una fe inquebrantable a pesar de varios golpes durísimos que le ha dado la vida.
Siempre servicial, con más canas que antes, más sabia, una santa de los medios de comunicación,
Siempre puntual, siempre al pie de la bandera, sin quejarse nunca de nada ni de nadie.
Doña Mary: me quedo corto, cortísimo, con estas líneas.
Y no es que quiera jubilarla, pero creo que muchos esperamos desde hace mucho el día en que los accionistas de El Heraldo pongan un cheque en sus manos con una buena cantidad como premio a todo lo que usted ha hecho sin esperar nada a cambio.
O, “ya de perdida”, una casita.
Vaya que esa sería una buena noticia.