Por Edwin Cerrato
Foto: Allan Costly saca de tijereta un balón que iba a la portería. Observa Julio C. Arzú. Empate a uno con España en el Mundial del 82.
La Selección con la que aprendí a amar el fútbol corajudo. Esta es mi Selección de todos los tiempos que tengo de ver fútbol, no porque allí estén los mejores, claro aquí faltarían Amado, Pavón, Tyson, Obando, Alex Pineda, Leonel Suazo y Toño Obando, entre otros.
Pero este equipo, la verdad, me “embrujó” con su consistencia, con sus individualidades y esto que antes del Mundial durmieron en el suelo y con una radio como único medio de diversión.
Este 11 marcó mis días de aficionado y alimentó ese deseo reprimido de ser periodista. Por ellos empecé a soñar con el periodismo deportivo; y la vez que tuve oportunidad de jugar contra esta escuadra (correr tras la pelota, porque se la pasaban de memoria), incluso fingí una lesión para no integrar la barrera, a la que pretendía fusilar el Macho Figueroa.
¡Qué once!
Tile Arzú: Felino como pocos. Llegaba a todas.
Gutiérrez: Disciplina, consistencia y fortaleza.
Villegas: El Kaiser hondureño, modelo de jugador.
Costly: El central fuerte que imponía respeto.
Bulnes: Lateral sube y baja con cuatro pulmones.
Toledo: Pegada de bomba y salida simple.
Pecho: El 15 que mordía y hacía goles.
Primi: Zurda de ensueño, irrepetible en el país.
Caballero: El quiebra cinturas, mecha corta.
Yearwood: Vikingo que daba salida y marcaba.
Figueroa: Patada TNT… y le decían el Macho.
Y afuera quedaban estrellas: Droumond, Indio Urquía, “Tecate” Norales que de Prudencio con la pelota no tenía nada; la “Aguja” Laing, Jimmy Bailey, “Polvora” Bernárdez, Jimmy Stewart y más.
Postalita de la página del álbum de Panini del Mundial de España 1982.