Nunca te arrugaste en la cancha. Ahora no te arrugués en este, que es el partido más importante de tu vida.
Es un momento duro, durísimo. Injusto, también. Personas como vos no merecen estar así.
No sé si te sirva, pero te quiero decir que no estás solo. ¿Te has puesto a pensar en eso?
Tenés a tu familia -tu esposa y tu bebé-, y a millones de hondureños que te quieren. Que te admiran. Que te extrañan. Que rezan por vos. Que están seguros que te veremos otra vez en la cancha, con tu sonrisa, tu mechón blanco, tus goles espectaculares.
Dejate de joder, Santi, estás demasiado pibe, pibito, pibe -cipote, güirro, chigüín-, como decimos acá en Honduras.
Físicamente no podrás estar en el Nacional. Tu enfermedad lo impide. Pero habrá presencia de Santiago Vergara desde antes del pitazo hasta el momento en que Motagua levante la copa.
Así que esta copa va para vos, Santi. Tu ejemplo de lucha ha inspirado al plantel azul a nunca darse por vencido, a no bajar los brazos jamás, porque vos de cagón no tenés una pizca.
¡Dale, boludo!